En días recientes, se anunció la promulgación de una Política Nacional de Sexualidad. Sin duda, la necesidad de contar con una auténtica educación sexual es un asunto en el que pareciera haber consenso. El cómo hacerlo y la transparencia con que se ejecute es el punto a discutir.
Dicha política está auspiciada por las Naciones Unidas, organización que ha impulsado planes similares en varios países de América Latina y que han resultado ser tan solo más de lo mismo: una propuesta enfocada en la anticoncepción.
Y es que el problema no está en la promoción de los anticonceptivos, sino en la carencia de una verdadera educación integral. El afán por obtener resultados, aún con buena intención, nos hace prescindir de lo más importante: el respeto por la vida humana…y esto, trae consigo consecuencias aún más graves.
Por eso, no es de extrañar que nuestra actual Ministra de Salud sugiera cambiar el nombre al nuevo plan de Fecundación in Vitro, y sustituir las palabras “transferencia embrionaria” por “transferencia de óvulos fecundados”, para evitar, según lo que ella misma dijo, que la gente asocie este procedimiento con la manipulación de seres humanos. Como bien lo entiende la Ministra, el nuevo término no refleja una verdad científicamente comprobada: en el óvulo fecundado existe ya un patrón genético único, irrepetible e independiente de la madre. En el óvulo fecundado está definido nuestro ser, en otras palabras, es por así decirlo, nuestro primer cuerpo.
Por eso es importante abrir los ojos frente a la corriente ideológica que en otros países, bajo el lema de “derechos humanos”, inició con información anticonceptiva y ha terminado por promocionar el aborto aunque le llamen “terapéutico”, la eutanasia aunque le denominen “muerte digna” y la homosexualidad aunque le denominen “diversidad”.
En Uganda, donde gracias a que el gobierno y diferentes actores sociales decidieron hacer un frente común y lanzar una campaña a favor de la abstinencia, la fidelidad de pareja y el método natural de planificación, en pocos años se ha logrado disminuir en más del doble los casos de SIDA; cosa que los países “desarrollados” no han alcanzado con todas sus políticas e inversiones millonarias en anticoncepción. Por el contrario, siguen manteniendo altos índices de contagio de enfermedades de transmisión sexual, de embarazos adolescentes y ahora de abortos, entre muchos otros problemas “modernos” relacionados con la “salud” sexual que dicen promover.
Si queremos realmente avanzar en materia sexual, desde ya, debemos unirnos y asegurarnos de que esta no sea tan solo una Política Nacional de Anticoncepción.
Flory Montero Valverde. Cédula 1697499
En días recientes, se anunció la promulgación de una Política Nacional de Sexualidad. Sin duda, la necesidad de contar con una auténtica educación sexual es un asunto en el que pareciera haber consenso. El cómo hacerlo y la transparencia con que se ejecute es el punto a discutir.
Dicha política está auspiciada por las Naciones Unidas, organización que ha impulsado planes similares en varios países de América Latina y que han resultado ser tan solo más de lo mismo: una propuesta enfocada en la anticoncepción.
Y es que el problema no está en la promoción de los anticonceptivos, sino en la carencia de una verdadera educación integral. El afán por obtener resultados, aún con buena intención, nos hace prescindir de lo más importante: el respeto por la vida humana…y esto, trae consigo consecuencias aún más graves.
Por eso, no es de extrañar que nuestra actual Ministra de Salud sugiera cambiar el nombre al nuevo plan de Fecundación in Vitro, y sustituir las palabras “transferencia embrionaria” por “transferencia de óvulos fecundados”, para evitar, según lo que ella misma dijo, que la gente asocie este procedimiento con la manipulación de seres humanos. Como bien lo entiende la Ministra, el nuevo término no refleja una verdad científicamente comprobada: en el óvulo fecundado existe ya un patrón genético único, irrepetible e independiente de la madre. En el óvulo fecundado está definido nuestro ser, en otras palabras, es por así decirlo, nuestro primer cuerpo.
Por eso es importante abrir los ojos frente a la corriente ideológica que en otros países, bajo el lema de “derechos humanos”, inició con información anticonceptiva y ha terminado por promocionar el aborto aunque le llamen “terapéutico”, la eutanasia aunque le denominen “muerte digna” y la homosexualidad aunque le denominen “diversidad”.
En Uganda, donde gracias a que el gobierno y diferentes actores sociales decidieron hacer un frente común y lanzar una campaña a favor de la abstinencia, la fidelidad de pareja y el método natural de planificación, en pocos años se ha logrado disminuir en más del doble los casos de SIDA; cosa que los países “desarrollados” no han alcanzado con todas sus políticas e inversiones millonarias en anticoncepción. Por el contrario, siguen manteniendo altos índices de contagio de enfermedades de transmisión sexual, de embarazos adolescentes y ahora de abortos, entre muchos otros problemas “modernos” relacionados con la “salud” sexual que dicen promover.
Si queremos realmente avanzar en materia sexual, desde ya, debemos unirnos y asegurarnos de que esta no sea tan solo una Política Nacional de Anticoncepción.
Flory Montero Valverde. Cédula 1697499