Jueves, 07 Julio 2016 06:00

Pena ajena.

En contraste con las alegrías que nos han deparado en estos últimos días, esos grandes deportistas costarricenses:Keylor Navas, Shirley Cruz, Andrey Amador y muchos otros más, tenemos un Jefe de Estado, que a veces nos da pena ajena.

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Para los flemáticos, puntuales y estrictos ingleses, el buen vestir es señal de buena educación y presentación, más aún, cuando se trata de la máxima autoridad de un Estado, y es así como vemos a nuestro presidente en Londresen una reunión,sin corbata,con una camisa rosada y un saco color café,y eso nos da pena ajena.
Cuando el señor Presidente, al mejor estilo de la hora tica, llega tarde a su cita con el Papa Francisco, máxima autoridad de la Iglesia Católica, acompañado de toda su familia. Ello nos da pena ajena.
Cuando sin haber terminado su mandato, nuestro actual Jefe de Estado va en segundo lugar, como el más viajero de los últimos años y no hay nadie que le asesore, acerca de los detalles que exige el protocolo y las costumbres de cada país. Ello nos da pena ajena.
Cuando en un mundo interconectado a la velocidad de la luz, y cuando desde hace muchos años que se acabó la diplomacia del champán y las pelucas empolvadas, el que el Ministro de Relaciones Exteriores nombre a la madre de colaboradoras más cercanas como Embajadora en República Dominicana, nos da pena ajena.
Cuando los de a pie no vemos ningún producto ni resultado, de esta continua “viajadera” de todos los gobernantes, pagada por los bolsillos de todos nosotros, nos da pena ajena.
Cuando Panamá, con una inversión de 5 mil millones de dólares, tardó solo 9 años en construir la ampliación del Canal de Panamá,mientras que Costa Rica en 30 años no hemos podido reparar el “puente de la platina”, nos da pena ajena.
Thomas Jefferson decía: “Cuando alguien asume un cargo público, debe considerarse a sí mismo como propiedad pública.” Recordemos que en su discurso inaugural, el señor Presidente de la República, Luis Guillermo Solís, nos dijo: “…cuando me equivoque, corríjanme…”