Viernes, 09 Septiembre 2011 05:02

Nuestra infancia como creadora de la Humanidad

En mil novecientos cincuenta y nueve, la Organización de Naciones Unidas, reconoció la importancia de la niñez al crear la Declaración de los derechos del Niño, en donde se estipulan las garantías necesarias que procuran tanto el bienestar de los pequeños como la protección que sufren en relación con los abusos y vejaciones que se someten en su contra, por ejemplo su derecho a una nacionalidad, a una buena salud, a disfrutar de vivienda, alimentación y recreo adecuados, el amparo de sus padres y una educación que favorezca su cultura general y desarrolle su sentido de responsabilidad tanto moral  como social.
No obstante, aunque se ha querido que dichos derechos pasaran a ser hechos más que ser simples palabras, las inminentes violaciones, maltratos físicos y emocionales, desnutrición, descuido de atenciones básicas, explotación o pobreza que siguen acechando al sector infantil, parecen constatar que es, en la actualidad, cuando los pequeños necesitan por parte de la sociedad de una mayor conciencia sobre la urgencia de protegerlos, amarlos y, ante todo, respetarlos.
En este sentido, hoy, más que nunca, se hace importante reafirmar los derechos universales de toda la población infantil para que gocen, realmente, de un nivel de vida adecuado mediante efectivos servicios de salud, protección contra el maltrato, una educación apropiada y dotación de un ambiente social, cultural y familiar ideal tanto para su desarrollo como para su bienestar. Recordemos que existen muchos niños que están sufriendo frío, explotación, hambre, golpes y desamor; que no asisten a la escuela, que jamás han tenido un juguete, que ignoran lo que es una caricia o que están expuestos a los peligros de la calle.
Por eso, si queremos una sociedad más justa, pacífica y solidaria, no podemos educar a nuestros pequeños con tanta violencia, del grado y del tipo que sea, esto por cuanto se sabe que todo tipo de maltrato, además de violar los derechos fundamentales de la infancia, tiene consecuencias a corto y a largo plazo como que el niño sea  temeroso o inseguro; socialice poco o sea muy agresivo; sufra desnutrición; o presente un bajo rendimiento escolar; esto aunado a que, en el futuro, ellos o ellas podrían llegar a maltratar a sus propios hijos.
Por ello, el Día del Niño debe ser una fecha en la que las personas adultas generemos criterios en torno a la vigencia y respeto de los derechos de las niñas y de los niños,  sin importar etnia, género, religión, creencias, condición social, idioma u origen. Debe ser un día para llamar la atención de la población en lo que se refiere a las necesidades infantiles y de las obligaciones que, también, se les debe requerir a la niñez como miembros de esta sociedad, pues como dijera María Montessori: “Si la ayuda y la salvación han de llegar, sólo puede ser a través de los niños. Porque los niños son los creadores de la humanidad”.
Sea este Día del Niño una propicia ocasión para abogar, una vez más, por un efectivo goce de los derechos humanos y las libertades fundamentales para la infancia; así como para hacer un llamado de manera que todos contribuyamos a que Costa Rica cuente con hombres y mujeres quienes vivan en dignidad y aporten al desarrollo y progreso del país. Porque en la medida en que se vea esta fecha como un estímulo y reconocimiento constante del valor de la infancia como un presente con demandas y necesidades, y como arquitectos de un futuro cercano, es que seremos capaces de forjar individuos capaces de brindar solidaridad, tolerancia y respeto por las demás generaciones.
Para todos los niños y las niñas de nuestra Patria, y para aquellos adultos quienes todavía hacen florecer su niño interno, ¡muy feliz Día del Niño!
En mil novecientos cincuenta y nueve, la Organización de Naciones Unidas, reconoció la importancia de la niñez al crear la Declaración de los derechos del Niño, en donde se estipulan las garantías necesarias que procuran tanto el bienestar de los pequeños como la protección que sufren en relación con los abusos y vejaciones que se someten en su contra, por ejemplo su derecho a una nacionalidad, a una buena salud, a disfrutar de vivienda, alimentación y recreo adecuados, el amparo de sus padres y una educación que favorezca su cultura general y desarrolle su sentido de responsabilidad tanto moral  como social.
No obstante, aunque se ha querido que dichos derechos pasaran a ser hechos más que ser simples palabras, las inminentes violaciones, maltratos físicos y emocionales, desnutrición, descuido de atenciones básicas, explotación o pobreza que siguen acechando al sector infantil, parecen constatar que es, en la actualidad, cuando los pequeños necesitan por parte de la sociedad de una mayor conciencia sobre la urgencia de protegerlos, amarlos y, ante todo, respetarlos.
En este sentido, hoy, más que nunca, se hace importante reafirmar los derechos universales de toda la población infantil para que gocen, realmente, de un nivel de vida adecuado mediante efectivos servicios de salud, protección contra el maltrato, una educación apropiada y dotación de un ambiente social, cultural y familiar ideal tanto para su desarrollo como para su bienestar. Recordemos que existen muchos niños que están sufriendo frío, explotación, hambre, golpes y desamor; que no asisten a la escuela, que jamás han tenido un juguete, que ignoran lo que es una caricia o que están expuestos a los peligros de la calle.
Por eso, si queremos una sociedad más justa, pacífica y solidaria, no podemos educar a nuestros pequeños con tanta violencia, del grado y del tipo que sea, esto por cuanto se sabe que todo tipo de maltrato, además de violar los derechos fundamentales de la infancia, tiene consecuencias a corto y a largo plazo como que el niño sea  temeroso o inseguro; socialice poco o sea muy agresivo; sufra desnutrición; o presente un bajo rendimiento escolar; esto aunado a que, en el futuro, ellos o ellas podrían llegar a maltratar a sus propios hijos.
Por ello, el Día del Niño debe ser una fecha en la que las personas adultas generemos criterios en torno a la vigencia y respeto de los derechos de las niñas y de los niños,  sin importar etnia, género, religión, creencias, condición social, idioma u origen. Debe ser un día para llamar la atención de la población en lo que se refiere a las necesidades infantiles y de las obligaciones que, también, se les debe requerir a la niñez como miembros de esta sociedad, pues como dijera María Montessori: “Si la ayuda y la salvación han de llegar, sólo puede ser a través de los niños. Porque los niños son los creadores de la humanidad”.
Sea este Día del Niño una propicia ocasión para abogar, una vez más, por un efectivo goce de los derechos humanos y las libertades fundamentales para la infancia; así como para hacer un llamado de manera que todos contribuyamos a que Costa Rica cuente con hombres y mujeres quienes vivan en dignidad y aporten al desarrollo y progreso del país. Porque en la medida en que se vea esta fecha como un estímulo y reconocimiento constante del valor de la infancia como un presente con demandas y necesidades, y como arquitectos de un futuro cercano, es que seremos capaces de forjar individuos capaces de brindar solidaridad, tolerancia y respeto por las demás generaciones.
Para todos los niños y las niñas de nuestra Patria, y para aquellos adultos quienes todavía hacen florecer su niño interno, ¡muy feliz Día del Niño!