Pese a esta particular faceta de sentido de identidad con el idioma, es particularmente llamativo que en la actualidad se estén presentando variadas causas para el empobrecimiento, en nuestro caso, del español, como por ejemplo la indiferencia al estudio de este, la carencia de lectura o el uso indebido del lenguaje en los mensajes en el celular o el correo electrónico.
Ciertamente existe gran indiferencia por el estudio de nuestro idioma. Muchas son las personas que creen que saben español porque lo han aprendido desde su niñez y pueden comunicarse con los demás. No obstante, cuando se trata de aplicarlo de la manera correcta respetando reglas básicas de ortografía, sintaxis o puntuación, es otra la realidad... Por ejemplo, generalmente cuando reviso ensayos o alguna tesis, muchas veces me encuentro con oraciones mal estructuradas, imprecisas, sin respaldo argumentativo, trabajos sin unidad lingüística o conceptual, o errores ortográficos tan típicos como el escribir la estructura “ha vivido” sin hache…
Lo más delicado es que el no aplicarlo, adecuadamente, dificulta su aprendizaje en todas las áreas, pues la correcta utilización del lenguaje no es específica de una asignatura. En especial si se trata de un contexto formal ya que cualquier profesional, en algún momento, tendrá que trasmitir sus conocimientos ya sea de forma oral o escrita, por lo tanto se esperaría que si pasó por un recinto académico tenga, al menos, un conocimiento elemental de su propio idioma.
Tengamos presente que para el éxito o fracaso obtenido en los distintos aspectos de nuestra vida, mucho dependerá de la forma en que usemos nuestro lenguaje. Este, perfectamente, puede ser nuestra carta de presentación, pues aunque en nuestra mente puedan desarrollarse valiosas o exclusivas ideas, de nada servirán si no somos capaces de transmitirlas de una manera eficaz mediante un lenguaje claro, preciso, concreto, sustentado y funcionalmente correcto.
Se quiera o no, ante esta actual época de conocimiento y competencia, nuestra sociedad está juzgando el buen uso del lenguaje, de ahí que un examen, un empleo, un ascenso o la aceptación social…, podrían perderse, perfectamente, por un error de expresión, ortografía o de comprensión. ¿Queremos nosotros arriesgarnos a que se nos cierren las puertas, precisamente, por el uso indebido de nuestro propio idioma? ¡Recordémoslo!, no basta saber español, hay que saberlo aplicar correctamente.