La Convención Ramsar para la preservación de los humedales es fulminante contra el gobierno de Nicaragua: lo que hicieron en Isla Calero fue una chambonada, un abuso, una chanchada. Arrasaron con 225 hectáreas de humedales donde vive la tercera parte de las especies en vías de extinción de América Central.
El informe detalla los alcances de esta destrucción, en una zona donde viven jaguares, manigordos, pumas, dantas, leones breñeros, congos, monos carablanca, monos colorados, perezosos o pericas ligeras, águilas harpías y lapas verdes, así como casi 200 especies de anfibios y reptiles y casi 800 especies de plantas.
La destrucción del ecosistema de Calero queda técnicamente verificada por este informe Ramsar. Como se explicó en la prensa nacional, la Convención sobre los Humedales o Convención Ramsar es un tratado suscrito por 160 naciones. Tanto Costa Rica como Nicaragua forman parte de esta convención, que obliga a velar por la conservación de estas áreas.
En esta destrucción, Nicaragua no está sola. La apoyó el gobierno de Hugo Chavez, que le dio a Nicaragua la draga Soberanía con que destruyeron la isla de Calero. Daniel Ortega y su otro aliado en esta salvajada, Edén Pastora, el “Comandante Nada”, han dicho que sueñan con un canal interoceánico, pero técnicos serios demuestran que la locura del gobierno nica quedará en eso, porque el canal sería imposible sin el apoyo de Costa Rica. Por ejemplo, el capitán Elgin Francisco Bermúdez, piloto de la Marina Mercante especializado en España, experto en Transporte Marítimo e Inspector Naval, publicó un estudio en que demuestra que un canal interoceánico por el río San Juan es imposible sin el uso del lado costarricense, porque van a tener que cumplir con una innumerable cantidad de reglamentos internacionales de seguridad en la navegación, y todos estos reglamentos obligan al uso de la margen derecha del río. Para realizar todo lo que se necesita deben existir balizamientos, luces, marcas, enfilaciones, boyas y faros del lado de Costa Rica.
Es decir, Nicaragua ni siquiera puede soñar con un canal interoceánico si no comparte el negocio con Costa Rica. Y Costa Rica no podría compartir un negocio como ese, si el precio es destruir el ambiente, tal y como acaban de hacerlo Daniel Ortega y Edén Pastora, de manera atroz, infame y cruel, en la isla Calero.
La Convención Ramsar para la preservación de los humedales es fulminante contra el gobierno de Nicaragua: lo que hicieron en Isla Calero fue una chambonada, un abuso, una chanchada. Arrasaron con 225 hectáreas de humedales donde vive la tercera parte de las especies en vías de extinción de América Central.
El informe detalla los alcances de esta destrucción, en una zona donde viven jaguares, manigordos, pumas, dantas, leones breñeros, congos, monos carablanca, monos colorados, perezosos o pericas ligeras, águilas harpías y lapas verdes, así como casi 200 especies de anfibios y reptiles y casi 800 especies de plantas.
La destrucción del ecosistema de Calero queda técnicamente verificada por este informe Ramsar. Como se explicó en la prensa nacional, la Convención sobre los Humedales o Convención Ramsar es un tratado suscrito por 160 naciones. Tanto Costa Rica como Nicaragua forman parte de esta convención, que obliga a velar por la conservación de estas áreas.
En esta destrucción, Nicaragua no está sola. La apoyó el gobierno de Hugo Chavez, que le dio a Nicaragua la draga Soberanía con que destruyeron la isla de Calero. Daniel Ortega y su otro aliado en esta salvajada, Edén Pastora, el “Comandante Nada”, han dicho que sueñan con un canal interoceánico, pero técnicos serios demuestran que la locura del gobierno nica quedará en eso, porque el canal sería imposible sin el apoyo de Costa Rica. Por ejemplo, el capitán Elgin Francisco Bermúdez, piloto de la Marina Mercante especializado en España, experto en Transporte Marítimo e Inspector Naval, publicó un estudio en que demuestra que un canal interoceánico por el río San Juan es imposible sin el uso del lado costarricense, porque van a tener que cumplir con una innumerable cantidad de reglamentos internacionales de seguridad en la navegación, y todos estos reglamentos obligan al uso de la margen derecha del río. Para realizar todo lo que se necesita deben existir balizamientos, luces, marcas, enfilaciones, boyas y faros del lado de Costa Rica.
Es decir, Nicaragua ni siquiera puede soñar con un canal interoceánico si no comparte el negocio con Costa Rica. Y Costa Rica no podría compartir un negocio como ese, si el precio es destruir el ambiente, tal y como acaban de hacerlo Daniel Ortega y Edén Pastora, de manera atroz, infame y cruel, en la isla Calero.