Por eso, y a pesar de que llueva o haga calor, las y los costarricenses estamos llamados a decir “presente” en esta nueva cita con la democracia. La entusiasta participación de toda la ciudadanía será evidencia palmaria de que, a pesar de todos los problemas que tenemos sin resolver, en Costa Rica aún se imponen la buena voluntad y el deseo de hacer bien las cosas, de la inmensa mayoría. Las elecciones municipales son, a la vez, espejo y derrotero de la Costa Rica que quiere y puede ser.
Piénselo, cuando un pueblo como el nuestro acude a las urnas, le está diciendo al mundo y se está diciendo a sí mismo, varias cosas: Que sigue creyendo en que es posible resolver sus diferencias de forma pacífica y respetuosa. Que sigue creyendo que la decisión de los asuntos comunes no debe estar en las manos de unos cuantos, porque de todos es el derecho de elegir y ser electos para asumir las riendas de las comunidades. Que sigue creyendo en la posibilidad de construir, de manera conjunta, un mejor país.
¡Llegó la hora de dejar de ser espectadores y asumir nuestro poder y responsabilidad como ciudadanos! En las elecciones municipales expresaremos nuestra opinión sobre cuáles son las mejores personas y propuestas, para hacer de nuestros barrios un mejor lugar para vivir.
Por eso, este 5 de diciembre, más que cumplir con un deber cívico, de lo que se trata es de sacar lo mejor de nosotros, de recordarnos, una vez más, los rasgos que hicieron grande a nuestro pequeño país.