Esta expresión coloquial es muy usada entre los ticos para describir al jefe de jefes, el tomador de decisiones, a la persona con la última palabra. Pero, no todos conocen la raíz de esta expresión, que nace de uno de los peces más grandes, impresionantes y difíciles de capturar, el mero.
Este pez vive en los fondos marinos, en su mayoría cerca de manglares y arrecifes, tanto del Pacífico, como del Atlántico.
Existen muchas especies de mero pero, entre todas destaca un mero mero, el mero Goliat, que llega a medir hasta dos metros y medio, y su peso máximo es de casi media tonelada.
Su edad máxima reportada es de 37 años. Sin embargo, el aumento en la presión pesquera y la vanidad del ser humano impiden que éste, o cualquier otro pez, sin importar su especie, sobreviva cuarenta años.
Es una especie muy susceptible a la pesca porque se congrega en grupos grandes para reproducirse, situación aprovechada por pescadores para capturarlo en grandes cantidades; y es sedentaria, por lo tanto, susceptible a la pesca dirigida. Los peces de mayor tamaño y más buscados por los pescadores, son los más fértiles, pudiendo generar miles de veces más huevos que peces de menores tallas.
Por su gran tamaño el mero no se siente amenazado cuando buzos armados con arpones se le acercan; se puede decir que padece de exceso de confianza.
Las poblaciones del Goliat disminuyen alrededor del mundo, porque es una de las presas más codiciadas por pescadores comerciales y deportivos. Muchos aspiran a tomarse una fotografía con él, o a contar que capturaron a un gigante.
Su pesca está prohibida en el sureste de EE.UU., en las Islas Vírgenes Americanas, en Puerto Rico y en el Caribe. En otros países de la región se han dado intentos de manejo.
Pero, ¿Qué hay de Costa Rica, estamos protegiéndolo nosotros?
La respuesta simple y rápida es no. Nuestra legislación no contempla medidas de manejo especiales para el mero Goliat. Aunque su nombre está incluido en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como una especie en peligro crítico, esta lista no es vinculante, sólo una recomendación de manejo que no debe ser acatado obligatoriamente por ningún país.
Lo más lamentable para la sobrevivencia de esta especie es cuando en los medios de comunicación nacionales se trata como héroes a los pescadores que capturan a este gentil gigante. ¿Creen ustedes que un medio periodístico sería capaz de publicar una nota enalteciendo las proezas de un cazador que va en busca del jaguar y luego de capturar uno, lo arrastrara vivo y amarrado con una cadena por varios kilómetros? Al igual que ustedes, lo dudo, pero esto sí sucede con el mero Goliat.
Muchos años de esfuerzo se dedicaron para lograr que los costarricenses cambiaran su percepción acerca de la caza de especies terrestres enigmáticas y en peligro, ya va siendo hora de que estos esfuerzos se repitan para nuestras aguas.
El mero Goliat es tan sólo una de tantas especies de gigantes marinos amenazados con desaparecer de nuestras aguas.
Debemos protegerlo, sólo así lograremos que el Goliat vuelva a ser lo que siempre fue, el mero mero.
Esta expresión coloquial es muy usada entre los ticos para describir al jefe de jefes, el tomador de decisiones, a la persona con la última palabra. Pero, no todos conocen la raíz de esta expresión, que nace de uno de los peces más grandes, impresionantes y difíciles de capturar, el mero.
Este pez vive en los fondos marinos, en su mayoría cerca de manglares y arrecifes, tanto del Pacífico, como del Atlántico.
Existen muchas especies de mero pero, entre todas destaca un mero mero, el mero Goliat, que llega a medir hasta dos metros y medio, y su peso máximo es de casi media tonelada.
Su edad máxima reportada es de 37 años. Sin embargo, el aumento en la presión pesquera y la vanidad del ser humano impiden que éste, o cualquier otro pez, sin importar su especie, sobreviva cuarenta años.
Es una especie muy susceptible a la pesca porque se congrega en grupos grandes para reproducirse, situación aprovechada por pescadores para capturarlo en grandes cantidades; y es sedentaria, por lo tanto, susceptible a la pesca dirigida. Los peces de mayor tamaño y más buscados por los pescadores, son los más fértiles, pudiendo generar miles de veces más huevos que peces de menores tallas.
Por su gran tamaño el mero no se siente amenazado cuando buzos armados con arpones se le acercan; se puede decir que padece de exceso de confianza.
Las poblaciones del Goliat disminuyen alrededor del mundo, porque es una de las presas más codiciadas por pescadores comerciales y deportivos. Muchos aspiran a tomarse una fotografía con él, o a contar que capturaron a un gigante.
Su pesca está prohibida en el sureste de EE.UU., en las Islas Vírgenes Americanas, en Puerto Rico y en el Caribe. En otros países de la región se han dado intentos de manejo.
Pero, ¿Qué hay de Costa Rica, estamos protegiéndolo nosotros?
La respuesta simple y rápida es no. Nuestra legislación no contempla medidas de manejo especiales para el mero Goliat. Aunque su nombre está incluido en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como una especie en peligro crítico, esta lista no es vinculante, sólo una recomendación de manejo que no debe ser acatado obligatoriamente por ningún país.
Lo más lamentable para la sobrevivencia de esta especie es cuando en los medios de comunicación nacionales se trata como héroes a los pescadores que capturan a este gentil gigante.
¿Creen ustedes que un medio periodístico sería capaz de publicar una nota enalteciendo las proezas de un cazador que va en busca del jaguar y luego de capturar uno, lo arrastrara vivo y amarrado con una cadena por varios kilómetros? Al igual que ustedes, lo dudo, pero esto sí sucede con el mero Goliat.
Muchos años de esfuerzo se dedicaron para lograr que los costarricenses cambiaran su percepción acerca de la caza de especies terrestres enigmáticas y en peligro, ya va siendo hora de que estos esfuerzos se repitan para nuestras aguas.
El mero Goliat es tan sólo una de tantas especies de gigantes marinos amenazados con desaparecer de nuestras aguas.
Debemos protegerlo, sólo así lograremos que el Goliat vuelva a ser lo que siempre fue, el mero mero.
ERICK ROSS SALAZAR, Coordinador de Pesca Sostenible, Fundación MarViva