Mucha de la rica biodiversidad de Costa Rica está protegida y se ha mantenido gracias a nuestros indígenas, en especial en Talamanca Caribe. Esto hay que reconocerlo.
Pero ¿qué extraño? No le hemos retribuido este beneficio ambiental a los indígenas; más bien a su nombre se piden dólares que se quedan en el camino en oficinas de aquellos que usan la biodiversidad y la etnia como instrumentos (ganchos) para solicitar esas jugosas donaciones.
Paradójicamente los indígenas son la población con mayores carencias (que viven en las condiciones más pobres y miserables). Ellos representan el 1.7% de la población de Costa Rica. Su escolaridad está en promedio en los 3.6 años. Tienen un analfabetismo del 30%, los Cabécares suben al 50%. Trabajan los niños de 12 años para arriba. Viven algunos en condiciones paupérrimas, sin acceso a servicios básicos de salud y otros. Su alimentación es precaria, y a veces lo que comen es plátano, pájaros o lo que logren cazar “sosteniblemente” en la montaña.
Y ellos son los que han hecho posible proteger la mayor cantidad de biodiversidad de Costa Rica, y estuvieron aquí antes que los blancos. Pero qué ironía, ellos viven en la miseria, y otros, han explotado su biodiversidad, y reciben viajes, jugosos salarios y reconocimiento. Estos otros, utilizando la biodiversidad y la etnia... reciben los que no ven ni pasar los indígenas.
¡Que viva el país de la ecología¡
ALEXANDER BONILLA DURÁN