Los lamentables hechos suscitados en la Asamblea Legislativa, donde la evidente nueva torpeza de la fracción liberacionista, acuerpada por los diputados Orozco y Avendaño, tiene que ser la gota que derrame el vaso y de una vez por todas, los costarricense tomemos conciencia que este tipo gente, con esas visiones de país que tienen, no le sirven para nada a esta noble Patria, solo para dañarla.
Parafraseando a don Pepe, cuando en radio Alma Tica, con valentía y mayor patriotismo dijo: “lo mejor que puede hacer el gobierno es irse”, hoy le debemos decir a toda la fracción liberacionista y a sus compañeros de causa Avendaño y Orozco, que con este exabrupto y mayor irrespeto a la Constitución y al pueblo de Costa Rica, aduciendo falazmente que su actuar se dio por una defensa del voto secreto, realmente, lo mejor que pueden hacer, es irse todas y todos para sus casas.
Prácticamente estas y estos diputados son los mismos, que tuvieron la nada célebre idea de presentar como su primera iniciativa diputadil, subirse en forma desproporcionada sus ingresos mensuales. Como dice el sabio dicho popular, por la víspera se saca el día. Lo que sucedió el pasado primero de mayo, aunque a todas y todos los hijos de esta Patria nos debe preocupar y alamar, lo cierto es, que no debería sorprendernos pues esta gente ya había dado con sus actos, claras muestras sobre cuáles eran sus verdaderas intenciones al llegar a la Asamblea Legislativa.
La imposición para que Viviana Martín se mantuviera como Jefe de fracción de la fracción liberacionista, es parte de ese juego de poder, centrado en las vanidades personales, primero, de ella y luego de Luis Gerardo Villanueva. Contra viento y marea aquí se hace lo que decimos. Todo esto pareciera confirmar el también decir de don Pepe, cuando afirmaba que este pueblo está domesticado pero quiero pensar que las actuales generaciones y los verdaderos demócratas, para nada lo estamos y que vamos a exigirles a los responsables de este hecho de irrespeto al orden constitucional y al pueblo costarricense, que asuman su responsabilidad y además que esto no pase, como un simple desliz oportunista e impensado, sino que este actuar debe traerles profundas consecuencias a sus actores directos e indirectos.
En una verdadera democracia, el poder reside en el pueblo, como la que todavía confío tengamos en Costa Rica a pesar de todo pero, evidentemente, muy amenazada por grupúsculos, que ven a la Patria como su propiedad particular. Si el pueblo es el que elige a quienes irán a la Asamblea Legislativa, al Ejecutivo y a las municipalidades pues sin caer en las malas prácticas de irrespeto constitucional de quienes son motivo para este comentario, en menos de tres años, consideremos seriamente no votar por ninguno de los grupos políticos involucrados en este y otros bochornosos casos. Estos hechos y otros similares, sirven solo para minar aún más la muy diezmada credibilidad de las y los costarricenses en sus instituciones y nuestro sistema democrático.
No permitamos que entre sonrisas, se acabe esta forma de convivencia pacífica, que nos heredaron nuestros antepasados y que, hasta ahora, la inmensa mayoría de nuestro pueblo, pareciera que no ha tomado la debida conciencia de la seria amenaza que se cierne sobre ella.
Los lamentables hechos suscitados en la Asamblea Legislativa, donde la evidente nueva torpeza de la fracción liberacionista, acuerpada por los diputados Orozco y Avendaño, tiene que ser la gota que derrame el vaso y de una vez por todas, los costarricense tomemos conciencia que este tipo gente, con esas visiones de país que tienen, no le sirven para nada a esta noble Patria, solo para dañarla.
Parafraseando a don Pepe, cuando en radio Alma Tica, con valentía y mayor patriotismo dijo: “lo mejor que puede hacer el gobierno es irse”, hoy le debemos decir a toda la fracción liberacionista y a sus compañeros de causa Avendaño y Orozco, que con este exabrupto y mayor irrespeto a la Constitución y al pueblo de Costa Rica, aduciendo falazmente que su actuar se dio por una defensa del voto secreto, realmente, lo mejor que pueden hacer, es irse todas y todos para sus casas.
Prácticamente estas y estos diputados son los mismos, que tuvieron la nada célebre idea de presentar como su primera iniciativa diputadil, subirse en forma desproporcionada sus ingresos mensuales. Como dice el sabio dicho popular, por la víspera se saca el día. Lo que sucedió el pasado primero de mayo, aunque a todas y todos los hijos de esta Patria nos debe preocupar y alamar, lo cierto es, que no debería sorprendernos pues esta gente ya había dado con sus actos, claras muestras sobre cuáles eran sus verdaderas intenciones al llegar a la Asamblea Legislativa.
La imposición para que Viviana Martín se mantuviera como Jefe de fracción de la fracción liberacionista, es parte de ese juego de poder, centrado en las vanidades personales, primero, de ella y luego de Luis Gerardo Villanueva. Contra viento y marea aquí se hace lo que decimos. Todo esto pareciera confirmar el también decir de don Pepe, cuando afirmaba que este pueblo está domesticado pero quiero pensar que las actuales generaciones y los verdaderos demócratas, para nada lo estamos y que vamos a exigirles a los responsables de este hecho de irrespeto al orden constitucional y al pueblo costarricense, que asuman su responsabilidad y además que esto no pase, como un simple desliz oportunista e impensado, sino que este actuar debe traerles profundas consecuencias a sus actores directos e indirectos.
En una verdadera democracia, el poder reside en el pueblo, como la que todavía confío tengamos en Costa Rica a pesar de todo pero, evidentemente, muy amenazada por grupúsculos, que ven a la Patria como su propiedad particular. Si el pueblo es el que elige a quienes irán a la Asamblea Legislativa, al Ejecutivo y a las municipalidades pues sin caer en las malas prácticas de irrespeto constitucional de quienes son motivo para este comentario, en menos de tres años, consideremos seriamente no votar por ninguno de los grupos políticos involucrados en este y otros bochornosos casos. Estos hechos y otros similares, sirven solo para minar aún más la muy diezmada credibilidad de las y los costarricenses en sus instituciones y nuestro sistema democrático.
No permitamos que entre sonrisas, se acabe esta forma de convivencia pacífica, que nos heredaron nuestros antepasados y que, hasta ahora, la inmensa mayoría de nuestro pueblo, pareciera que no ha tomado la debida conciencia de la seria amenaza que se cierne sobre ella.