Con esta definición me queda claro que el grupo de jóvenes que se autodenomina “anarquistas” y que protagonizaron un bochornoso y peligroso acto de malacrianza el pasado 01 de mayo frente a las instalaciones de la Asamblea Legislativa, no tiene la más mínima noción del significado del término. Lo que parece que si entienden estos jóvenes es la palabra “cobardía” dado que se tapan la cara, la palabra “ignorancia” porque no saben hablar y la palabra ”irresponsabilidad” porque exponen a sus compatriotas a que su integridad física sea dañada.
¿En cuál espacio de debate de ideas inteligentes han enunciado estos jóvenes sus peticiones o molestias? En ninguno, si acaso entre ellos mismos, como amigos revoltosos, y estando en alguna fiesta llena de excesos. Ignoran que para encabezar o ser parte de un movimiento social hay que tener convicciones, escribir ideas, sugerir soluciones y luego sentarse a negociar y aportar, en otras palabras, hay que trabajar fuerte y ser educado y culto, como demostraron ser los miembros del movimiento social “Foro de Occidente” , por darles un ejemplo.
Estos muchachos solo tienen berrinches a espaldas de sus papás, y a expensas muy probablemente de muchos de esos padres inocentes que mientras trabajan para pagarles educación, ellos responden con violencia irracional y actos vandálicos. Este grupo no sabe contra quién es su ira, dado que se enfrentaron a simples civiles espectadores, a la policía, a periodistas, camarógrafos, caramba! ¿Tendrán alguna idea de contra quién es su vacía lucha? ¿O simplemente están tan enojados con lo que ellos mismos son, que la emprenden contra todo y todos?
Toca ahora con mucha decepción preguntar qué ocurre con nuestro sistema de justicia, estos muchachos a lo sumo los aislaron 3 horas en alguna celda de un juzgado , les dieron un castigo de “niños” para que pensaran en lo “malo” que hicieron y luego quedaron fuera. No podemos mandar esos mensajes de impunidad o ¿es que acaso, nuestros jueces y fiscales para hacer su trabajo necesitaban que esas combustibles que llevaban en botellas se accionaran y hubiese ocurrido una tragedia con muertes incluidas?
No quisiera pasar por agorera de calamidades públicas, pero ahora es difícil ver el porvenir de este país sin aprensión. No es rompiendo reglas cómo se imponen reglas. Moral y buenas costumbres están en veloz camino de ser un recuerdo del pasado. No hemos sabido conservar ese vital patrimonio y la historia nos acusará de haberlo disipado.
Roxana María Arguedas Castro