Si existe un aspecto que está caracterizando la época actual son los vertiginosos cambios tecnológicos que se están generando a nivel de algunos ámbitos del acontecer nacional e internacional como la medicina, la economía, la política, el ambiente y la comunicación, ello ha traído factores positivos como la creación de aparatos médicos que incrementan la calidad de vida o la robótica pero, a la vez, ha generado también inconvenientes desde la contaminación a partir de la gran cantidad de desechos radioactivos de las plantas nucleares hasta la dependencia, la pasividad o la deformación de nuestro propio lenguaje. Estos adelantos tecnológicos están obligando a la sociedad a redefinir el significado de la información pues la tecnología, en sí, es solamente una herramienta, y como cualquier nueva herramienta, nos fuerza a modificar lo que hacemos, y no sólo cómo lo hacemos.
En este sentido, si de impacto se trata, quizás ninguna disciplina del quehacer humano se ha visto más influenciada por tales transformaciones que el sector educativo, pues los alumnos quienes se han formado dentro de la generación digital representan una generación radicalmente diferente a las antiguas, lo cual marca claramente una diferenciación entre quienes han nacido de lleno en un mundo digital y aquellos quienes no están tan inmersos en este ámbito, es lo que el consultor estadounidense Marc Prensky llamaba el choque entre los “nativos” e “inmigrantes” digitales.
Ciertamente los niños y jóvenes se están formando dentro de un mundo en donde las computadoras, los teléfonos celulares, el ipod, el internet, la mensajería instantánea o el correo electrónico se convierten en, prácticamente, asunto de consumo todos los días, lo cual produce, efectivamente, el querer la búsqueda de una mayor precisión y rapidez del conocimiento acorde con las también vertiginosas demandas de nuestro tiempo. Sin embargo, ¿qué sucede con los alumnos adultos, quienes poseen características disímiles de aprendizaje, y pertenecen a otra generación educativa, pero no se encuentran exentos del uso de esta injerencia de la tecnología? Definitivamente los adultos deberían hacer el esfuerzo, “tener la audacia”, de adaptarse a esa nueva realidad de, se podría decir, la “materia prima” presentada por la tecnología para buscar generar una mayor calidad educativa. Pues sería prácticamente imposible negarse a dicho predominio digital.
No se debe olvidar que los sistemas educativos deben ser de una capacidad muy superior a la actual, se requiere una formación continua y diversificada que responda a las exigencias de información, comunicación y calidad en la cultura de su tiempo. Ciertamente las distancias entre quienes pertenecen a la era digital y quienes a la pre-digital pueden implicar una difícil coordinación de comunicación, empero la tarea de acercamiento, por ambas partes, no se debe volver imposible.
Definitivamente no basta el solo hecho de tener la intención de hacerlo, se espera el compromiso y la responsabilidad de los involucrados en el ámbito educativo, tanto de los nativos como de los inmigrantes digitales, para profesionalizarse, con el fin de diseñar y plasmar metodologías que permitan una mayor comprensión y aplicación de los recursos tecnológicos en una forma más motivadora y autodirigida. Por eso, pese a los señalamientos que algunos le hacen a la tecnología, como por ejemplo de que incentiva el sedentarismo, lo fundamental es tener en cuenta que la importancia de la tecnología estriba en lo que se pueda realizar con ella para lograr una educación de mayor calidad.
Comentario de Carlos Díaz Chavarría
Si existe un aspecto que está caracterizando la época actual son los vertiginosos cambios tecnológicos que se están generando a nivel de algunos ámbitos del acontecer nacional e internacional como la medicina, la economía, la política, el ambiente y la comunicación, ello ha traído factores positivos como la creación de aparatos médicos que incrementan la calidad de vida o la robótica pero, a la vez, ha generado también inconvenientes desde la contaminación a partir de la gran cantidad de desechos radioactivos de las plantas nucleares hasta la dependencia, la pasividad o la deformación de nuestro propio lenguaje.
Estos adelantos tecnológicos están obligando a la sociedad a redefinir el significado de la información pues la tecnología, en sí, es solamente una herramienta, y como cualquier nueva herramienta, nos fuerza a modificar lo que hacemos, y no sólo cómo lo hacemos.
En este sentido, si de impacto se trata, quizás ninguna disciplina del quehacer humano se ha visto más influenciada por tales transformaciones que el sector educativo, pues los alumnos quienes se han formado dentro de la generación digital representan una generación radicalmente diferente a las antiguas, lo cual marca claramente una diferenciación entre quienes han nacido de lleno en un mundo digital y aquellos quienes no están tan inmersos en este ámbito, es lo que el consultor estadounidense Marc Prensky llamaba el choque entre los “nativos” e “inmigrantes” digitales.
Ciertamente los niños y jóvenes se están formando dentro de un mundo en donde las computadoras, los teléfonos celulares, el ipod, el internet, la mensajería instantánea o el correo electrónico se convierten en, prácticamente, asunto de consumo todos los días, lo cual produce, efectivamente, el querer la búsqueda de una mayor precisión y rapidez del conocimiento acorde con las también vertiginosas demandas de nuestro tiempo. Sin embargo, ¿qué sucede con los alumnos adultos, quienes poseen características disímiles de aprendizaje, y pertenecen a otra generación educativa, pero no se encuentran exentos del uso de esta injerencia de la tecnología? Definitivamente los adultos deberían hacer el esfuerzo, “tener la audacia”, de adaptarse a esa nueva realidad de, se podría decir, la “materia prima” presentada por la tecnología para buscar generar una mayor calidad educativa. Pues sería prácticamente imposible negarse a dicho predominio digital.
No se debe olvidar que los sistemas educativos deben ser de una capacidad muy superior a la actual, se requiere una formación continua y diversificada que responda a las exigencias de información, comunicación y calidad en la cultura de su tiempo. Ciertamente las distancias entre quienes pertenecen a la era digital y quienes a la pre-digital pueden implicar una difícil coordinación de comunicación, empero la tarea de acercamiento, por ambas partes, no se debe volver imposible.
Definitivamente no basta el solo hecho de tener la intención de hacerlo, se espera el compromiso y la responsabilidad de los involucrados en el ámbito educativo, tanto de los nativos como de los inmigrantes digitales, para profesionalizarse, con el fin de diseñar y plasmar metodologías que permitan una mayor comprensión y aplicación de los recursos tecnológicos en una forma más motivadora y autodirigida. Por eso, pese a los señalamientos que algunos le hacen a la tecnología, como por ejemplo de que incentiva el sedentarismo, lo fundamental es tener en cuenta que la importancia de la tecnología estriba en lo que se pueda realizar con ella para lograr una educación de mayor calidad.
Comentario de Carlos Díaz Chavarría