Sin duda alguna el bien común es un concepto, una necesidad y un anhelo absolutamente loable, no obstante estamos lejos aún de retornar a un equilibrio social y económico donde los unos miren por los otros y se ocupen de las necesidades ajenas con el mismo afán e ímpetu que se ocupan de las suyas. No se trata de levantar un inventario global que sume todos los bienes de cada uno, sino que, es el grupo de condiciones de vida dentro del cual los hombres y mujeres puedan sentirse y declararse plenos.
Si aceptamos las desigualdades como algo normal de nuestra sociedad, nos alejamos cada vez más del fundamento de la tradición humanista desde sus inicios. Los ambiciosos de poder, insisten en que el libre mercado se aplique sólo a los pobres y a la poca clase media que quede, las brechas sociales cada vez son mayores y han desaparecido varias clases sociales intermedias dejando paso únicamente a estos dos extremos: uno de riqueza, otro de pobreza. La idea no es que todo se reduzca a una sola clase social, pero si que, la solidaridad que representó un factor clave en tiempo pasado, pueda volver a serlo, es tema de entender que el mundo nos fue dado a todos y todas y que cada persona tiene derecho a satisfacer sus necesidades primarias básicas.
Ahora bien, se hace mención de la solidaridad vista como un principio, como un estilo de vida, y no como una emoción temporal y selectiva. La solidaridad recordada y vivida como un principio cristiano que da paso a la organización social y política. La solidaridad reconocida como una necesidad universal, como un elemento que se desprende directamente de la naturaleza misma del ser humano. La solidaridad definida no como virtud de santos, sino como tarea de hombres y mujeres comunes.
El reto que todos y todas tenemos por delante en este siglo, es vencer nuestra propia naturaleza de egoísmo y de bienestar individual por encima del resto, que cuando “ llueva todos nos mojemos”. No estamos cerca del bien común, pero debemos buscarlo con la esperanza de un crecimiento de nuestras sociedades, donde cada individuo que forma parte del colectivo sea importante, sea actor, sea beneficiado, sea tomado en cuenta y sea satisfecho.
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MBA. Roxana María Arguedas Castro