Jueves, 05 Marzo 2015 07:34

Discurso ambientalista y necesidad de cambio

Costa Rica goza de un prestigio internacional gracias al trabajo que ha desarrollado en materia ambiental, especialmente en los últimos años, cuando en el mundo ha aflorado una mayor conciencia sobre la necesidad de preservar el planeta.

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Con el fin de atender esta gran demanda, muchas naciones han suscrito acuerdos y asumido compromisos, pero la situación particular de cada país, los poderosos intereses económicos y el bajo nivel educativo de algunas poblaciones se constituyen en factores determinantes para que en vez de mejorar se presente un progresivo deterioro. En este contexto, debemos prestar especial atención a lo que sucede en Costa Rica donde prevalece un discurso ambientalista al que nadie se opone, pero en la realidadcotidiana se evidencian serias contradicciones.
Sólo para observar un tema específico, es fundamental analizar lo que sucede con los residuos, campo en el que existe un claro desfase entre lo que está legislado, el comportamiento de las personas y la dinámica institucional. Se cuenta con la Ley 8839, la cual define la gestión integral de residuos como el “Conjunto articulado e interrelacionado de acciones regulatorias, operativas, financieras, administrativas, educativas, de planificación, monitoreo y evaluación para el manejo de los residuos, desde su generación hasta la disposición final”. Esta definición es un enunciado completo, perolamentablemente no hay duda de que vamos por mal camino. En el 2014 un porcentaje muy bajo de municipalidades cumplieron con lo establecido dicha Ley y, la mayoría,carecen de plan integral de manejo de residuos.Además, a pesar de que se cuenta con la Guía Nacional de Manejo de Residuos (2014),apenasel diez por ciento de las municipalidades tienen y ejecutan planes para reciclar los residuos. Más grave es el hecho de que alrededor del noventa por ciento de los costarricenses están dispuestos a separar los residuos, pero las municipalidades no disponen de los vehículos recolectores requeridos para tal efecto.
Esta paradoja también se nota cuando nos promocionamoscomo país limpio y vigilante de los procesos ecológicos, pero nuestra cara externa, el aspecto de nuestras calles y ríos, rondas, aceras,sitios urbanos y rurales en general, expresan todo lo contrario. Incluso hay instituciones educativas donde pareciera que nunca ha calado una verdadera educación ambiental. Por ello es urgente un cambio que afiance nuestras propias convicciones y promueva un verdadero un respeto a la naturaleza y garantice un auténtico aprendizaje.
José Ángel Vargas Vargas
Profesor, Universidad de Costa Rica