Jueves, 30 Abril 2015 23:28

Dignificar esa noble expresión humana del trabajo

La vida laboral es uno de los aspectos que ocupa una gran parte de la existencia de los individuos, en ocasiones se pasa más tiempo en el trabajo que con la misma familia. A pesar de ello, para algunas personas el trabajo, más que satisfacción, pareciera ser una obligación impuesta; es decir, solamente un medio para obtener dinero con el cual sufragar sus necesidades.

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Sin embargo, el trabajo podría ser una actividad enteramente distinta. El trabajo ha de ser la expresión creativa de los humanos para manifestar, e ir desarrollando, las inmensas capacidades que existen dentro de cada uno de nosotros.
De esta manera, el trabajo podría constituir un medio extraordinario de satisfacción y crecimiento, pues al ser el trabajo una expresión de uno, podría ser, a la vez, un medio de autorrealización ya que representa una forma de desarrollar nuestras aptitudes y habilidades tanto físicas como mentales, en pos de convertirnos en mejores humanos, sentirnos útiles, motivados y orgullosos como parte de un mecanismo de producción mayor.
Además, el trabajo debería ser asumido como la manifestación de la vocación acompañada de un espíritu de servicio hacia los demás. Por lo tanto, se debe comprender que el verdadero sentido del éxito profesional puede consistir en que la persona, mediante cualquier labor que realice, se exprese profundamente y disfrute de su trabajo. Confucio decía: “Encuentra un trabajo que te guste y no volverás a trabajar ni un sólo día de tu vida”, precisamente la clave es encontrar nuestra pasión y hacer de ella nuestro trabajo diario.
En este sentido, el verdadero éxito del trabajo dependerá de la eficacia real, de la utilidad efectiva que este tenga para los demás, porque el trabajo puede ser un medio de servicio, una manera de crear acciones que le sean útiles a los demás y que, en cierto sentido, sólo uno puede llevar a cabo de una manera óptima.
No olvidemos que el trabajo nos lleva a desarrollar habilidades y competencias como el trabajo en equipo, la cooperación, la empatía, la creatividad y la responsabilidad; nos colma de satisfacción, de orgullo por el deber cumplido, nos hace sentir útiles, eficientes; el trabajo es importante si se desea ser alguien, avanzar en la vida, alcanzar la prosperidad y realizarnos.
Definitivamente, es hasta que la persona descubra su vocación auténtica, y encuentre lo mejor de sí misma, que no vivirá forzada en todo lo que realice, y que le permitirá dignificar, como es debido, esa noble expresión humana que representa el trabajo. Ya lo expresó muy bien el filósofo y poeta argentino Jorge Ángel Livraga: “No es el oficio el que dignifica al hombre, sino el hombre el que dignifica el oficio”.