Miércoles, 05 Febrero 2014 07:39

DE BANANOS Y OTRAS FRUTAS

El 28 de enero escuché por este medio el comentario del señor Eloy Alfaro titulado “Un banano”. Sería bueno corregir que la caída del Muro de Berlín sucedió en 1989 y no en 1998; también sería interesante saber ¿cómo es que abundaban los bananos en aquella época en Alemania?

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Es cierto que el mundo está colmado de personas pobres, pero está probado que la pobreza es producto de regímenes que han abusado del trabajo de los seres humanos, y justamente esos regímenes nocivos han estado en el poder, por muchos años, promoviendo prácticas extractivas, es decir, esclavitud moderna, y ahí tenemos ejemplos no solo de los países considerados comunistas, sino de muchos más con sello capitalista, muchos en nuestra América Latina, considerada la región del mundo con más desigualdad.
Los países con mayor desarrollo, según las Naciones Unidas, son países donde el rol del Estado es fuerte, donde se pagan impuestos y se fiscaliza fuertemente la evasión, países donde ha dejado de haber corrupción, y muchos de los corruptos hoy ocupan las cárceles. Son países como Suiza y Canadá, donde el seguro social es un ejemplo de cómo el Estado es capaz de velar por los intereses de las y los ciudadanos por su propio bien. Países donde la inversión extranjera es bienvenida, pero sobre todo nunca emplaza la producción local.
Otro caso ejemplar es Finlandia en materia de educación, su logro es posible por la alta inversión estatal que es del 11 y 12% del presupuesto nacional. En otras palabras, no se trata aquí del viejo comunismo o la nueva era neoliberal, se trata de cómo se engrandece un país a partir de una lógica alternativa al desarrollo que hoy conocemos. Los pueblos originarios lo llaman el Buen Vivir, la vida buena, esa que debe garantizarnos el Estado y en el que aportamos todas y todos, desde las mujeres rurales a las mujeres empresarias, desde los hombres que trabajan de sol a sol, hasta las mujeres cuidadoras y los profesionales de las universidades.
Por eso es importante para nuestro país, empezar a abrir caminos nuevos, donde defendamos el paraíso llamado Costa Rica que tenemos, con bananos y muchas otras frutas. Más allá del tomate morado que también fue mencionado por este programa el 28 de enero y que preferiría que nunca llegue a Costa Rica, pues la manipulación genética es otro atentado contra la vida, contra la agricultura familiar y natural. Yo quiero a Costa Rica, sin ingredientes artificiales.
Vilma Peña Vargas