Cuando un costarricense nace lo esperan una serie de instituciones preexistentes pensadas para su bienestar, las cuales se supone que lo acompañarán a lo largo de la vida, algunas específicas de Cartago son el resultado de diferentes luchas históricas, que hoy forman parte de nuestra identidad.
La Municipalidad de Cartago, la Escuela del Padre Peralta y el Benemérito Colegio de San Luis Gonzaga los más antiguos del país, el Colegio Universitario de Cartago, Instituto Tecnológico, MUCAP, JASEC; entre otras no menos importantes para la cohesión social como la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles o el Convento de los Capuchinos, integran un tejido institucional de protección y confianza que cimientan la identidad del cartaginés. Siendo que el Banco Crédito es actor fundamental como dinamizador y democratizador del bienestar.
El pasado fin de semana atestiguamos un triste hecho histórico, vimos en proceso una estampida bancaria, se miraban rostros de preocupación en una fila de cientos de metros, pero entre todos los más perplejos eran los adultos mayores y campesinos que comentaban con nostalgia que gracias al Crédito, como simplemente se le llama, tenían la casita, la finquita y los poquitos ahorros de toda una vida, y ahora inesperadamente tuvieron que salir corriendo a sacar su dinero.
Con la transformación del Banco Crédito a entidad de Segundo Nivel no sólo se pierde la relación con el pueblo, identidad y actividad económica, se pierden directamente 600 empleos, se afecta el Sistema Bancario Nacional, crea pánico la población y más grave aún evidencia la vulnerabilidad de nuestras instituciones, que pueden caer en crisis sin que nadie haga nada y sin que a nadie parezca importarle. Una institución como ésta es una responsabilidad intergeneracional con el desarrollo, un patrimonio histórico que heredamos y que debemos legar a las futuras generaciones.
Como cartagineses lamentablemente nos hemos acostumbrado a aceptar las derrotas de nuestro equipo del futbol y el país también se ha acostumbrado a estas, esperemos que lo mismo no ocurra con el Bancrédito, es necesario una actitud vigilante y activa, levantando un respetuoso y fuerte llamado al Gobierno, no tan sólo para establecer responsabilidades sobre lo ocurrido, sino además remediar las secuelas de éste desastre y mitigarlas al máximo en favor del bien de todo el país.