Sin duda, el problema de inseguridad es de los más graves que vive el país.
Y esto lo digo así, en sentido pro-positivo, pues al afirmarlo, sólo me mueve el interés de que se ponga aún más esfuerzo en combatir la delincuencia.
Ningún rincón de Costa Rica se salva; todo el territorio nacional ha dejado de ser un lugar seguro pues los delincuentes andan, tranquilamente, al acecho, en todo momento.
No es posible que el país y específicamente el Ministerio de Seguridad, el O.I.J y el Ministerio Público deban, cada año, justificar lo que es, a todos luces, obvio: sus escuálidos recursos, según se concluyó en la pasada reunión, de los altos jerarcas de estas instituciones y de los Supremos Poderes, lo que, por dicha, impidió que un insigne funcionario, intachable desde todo punto de vista, como lo es don Jorge Rojas, estuviera a punto de dejar la dirección del órgano judicial que tan bien ha sabido enrumbar.
Es prioritario que se le otorgue más presupuesto a estas instituciones para nombrar más policías, fiscales, oficiales y demás funcionarios debidamente capacitados, que trabajen en condiciones adecuadas y bien remunerados.
Algunos critican que se refuerce la represión junto con la prevención, pero sólo así, coordinadamente, se podrá ver los resultados en poco tiempo y que, además y muy importante, que la seguridad ciudadana que se alcance sea SOSTENIBLE.
Lo anterior, por cierto, hace necesario hacer énfasis en la necesidad de cada barrio, a lo largo y ancho del país, se organice contra el crimen y, por medio de los comités de seguridad, que tan buen desempeño han tenido, se refuerce lo que, por su lado, hace la policía, preventiva y represiva, así como que se eficiente la labor fiscal.
Hay que reconocer que el problema es sumamente serio y no se arreglará en corto tiempo pero si este plan de “contingencia” prospera, el problema de la inseguridad se atenuará y volverá la paz que, desde hace tiempo, dejamos de tener en nuestras casas, trabajos y calles.
Y cuando de inseguridad se habla no es sólo de los centros de ciudades, que para todos no hay la menor duda que los “cadenazos”, “carterazos”, “bajonazos” y asaltos a mano armada están a la orden del día, sino en los pequeños y otrora pacíficos pueblos, como los hay tantos, donde la delincuencia tiene enrejada a toda su población.
Y es que ya ni en las mismas casas y ligares de trabajo se está seguro, pues el “enrejamiento” y demás dispositivos de alarmas, ya son insuficientes.
Hay consciencia que hoy la situación de inseguridad es gravísima y que la delincuencia desvive a todos los costarricenses, y habitantes en general, por lo que se espera que esta inyección en el presupuesto de cada una de estas instituciones, de los resultados esperados. Sino, habrá que seguir intentando soluciones pues este país hay que rescatarlo a como haya lugar.