Estamos en medio de una crisis mundial. Hay crisis por el precio del crudo, del petróleo, y hay crisis financiera. El mundo depende mucho, económica y emocionalmente, de lo que ocurre en Estados Unidos. El desplome bursátil genera desaliento. El índice industrial Dow Jones sufrió una caída de 777 puntos, la mayor en sus 112 años de existencia. Ha habido un colapso, y la administración Bush sufrió un revés pues la Cámara de Representantes rechazó el proyecto del presidente para paliar la crisis económica. Luego, la bolsa se recuperó, pero el golpe generó retumbo.
Mientras tanto, en América Latina el panorama no es alentador. Cada día, Hugo Cháves parece conseguir más aliados, y la situación petrolera le ayuda. En Ecuador, el presidente Correa sigue abrazado al proyecto bolivariano; en Bolivia, el proyecto indigenista de Evo Morales da tumbos.
El punto es que la crisis ha hecho que otros presidentes, siendo sensatos, hayan tenido que callar ante el régimen venezolano.
Nuestro país no escapa de la crisis. Las denuncias de la prensa nos han puesto en un impasse doloroso, en una situación de estancamiento también emotivo que va a tono con el desaliento que emana de la crisis internacional.
Es el momento de la cordura, la prudencia, la discreción y la frugalidad. Es el momento para cerrar las boquillas y comprar el cuentagotas. Hay que cuidar cada cinco. Hay que cuidar cada movimiento. Hay que poner las barbas en remojo. Hay que manejar el estrés, la ansiedad. Pero, en medio de todo, no se puede actuar con mezquindad.
El país necesita un voto de confianza por parte de todos. El país necesita nuestro mayor esfuerzo. En el trabajo, en la comunidad y en la familia, este es el momento de la consideración, de la justicia, del respeto, de una palabra que usó por mucho tiempo el Presidente Trejos Fernández y que cae como anillo al dedo: es el momento de la parsimonia. Sólo así podemos ver en medio de la oscuridad.
Lo mejor del ser humano surge de sus crisis, de sus momentos de dolor y de caos. Sin caos, no hay orden nuevo. Nunca está más cerca la salida, el escape, la solución, como cuando todo termina de descomponerse. Así es la naturaleza: un tronco se descompone y entonces surgen las plantas y vuelven las flores a los potreros. Basta con ver con lo que ocurre después de las inundaciones. Luego, el verde invade todo.
En momentos de crisis, saquemos todo lo excelso, lo noble, lo maravilloso y lo magnánimo que tenemos en nuestra historia como país; todo lo apoteósico, todo lo luminoso que llevamos en el alma, eso que florece en nuestro interior y que urge en medio del caos, la tristeza, la desesperanza y el dolor.
Que esta crisis sea una gran oportunidad de crecimiento para cada uno de nosotros y para Costa Rica.