Lunes, 23 Febrero 2009 18:00

SOBRE LA FARMACIA DEL SAN JUAN DE DIOS

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Siempre hemos escuchado la argumentación aquella de que “pagando, todo servicio es excelente”. Ciertamente, en muchas ocasiones he pagado por los servicios médicos privados y la atención ha sido excelente. Si aplico esta misma lógica a los servicios de la CCSS, debería también recibir una atención excelente, puesto que – quincenalmente -   pago mis cuotas del seguro social. Lamentablemente, en algunas ocasiones los servicios son todo lo contrario. En este caso, me refiero a un incidente en la Farmacia del Hospital San Juan de Dios. Resulta que a finales del mes de diciembre del año 2008, y después de ocho días de atraso por estar “agotado” el producto, dicha farmacia hizo entrega de 12 pastillas del medicamento COREG,  cuando en realidad debía entregar 28, que es el tratamiento para un mes prescrito por el cardiólogo a mi madre.

A pesar del reclamo, no fue posible - en ese momento, ni después -  resolver la situación, por lo que tuve que comprar el medicamento para cubrir el faltante, y para el siguiente mes de enero,  puesto que por estar  todavía “agotado”  los señores de la farmacia  no recibieron la receta de ese mes Como soy consciente de que esta situación se ha presentado también con otros asegurados, le advertí el problema a la señora Directora del Hospital San Juan de Dios, Dra. Ileana Balmaceda, quien procedió con la consulta respectiva a la Directora de Farmacia, Dra. Nuria Montero. Sin embargo, la respuesta que recibo es realmente evasiva, pues ninguna se refiere al fondo del asunto, ni a la propuesta de mejora que hice.

Consecuentemente, veamos la razón de la sinrazón. Primero: La farmacia entrega solamente 12 pastillas y la respuesta ante nuestra inquietud fue: “eso no lo decidimos nosotros, y si le dieron  una parte es porque el producto está agotado”.  Esta respuesta de la persona de la ventanilla tiene alguna lógica, pues hasta la misma Dra. Montero reitera en su informe a la Dra. Balmaceda que efectivamente el producto estaba agotado por razones de planificación. Sin embargo, por error o por conveniencia, la Farmacia no reporta al paciente – ni deja constancia para ellos mismos -  de la entrega parcial del medicamento. Esto les permite a ambas funcionarias decir que la entrega fue completa. Pero no fue así.
Segundo: Ante esta situación, le explico a la Dra. Balmaceda que estoy dispuesto a un careo con el personal de la farmacia para afrontar mi versión de los hechos, incluso poniendo como testigo a otra doctora que por todos los medios intentó conseguir el medicamento y no pudo, y también mostrando factura de la compra que hice del mismo, pero solamente se limitó a darle credibilidad al informe de la Dra. Montero. Incluso, manifestando que durante el mes de enero no hubo presentación de receta médica, pero obviando que en la misma farmacia ni siquiera la reciben cuando un producto está agotado. Debería la Dra. Balmaceda hacer un sondeo con los usuarios para que verifique esta afirmación mía.

Tercero: Le propongo a la Dra. Balmaceda que cuando se vuelvan a dar estos casos de entregas parciales de medicamentos, la Farmacia lleve un control de ello y le entregue al asegurado una contraseña para que lo retire después. Así nos evitamos buscar por todo el Hospital a los médicos para que nos confeccionen una nueva receta, o al menos nos den en la farmacia una referencia para que ellos mismos sepan que se trata de una situación especial, pues éstos, una vez de la atención médica recetan para varios meses, hasta la siguiente cita. Pero sobre esto no hubo respuesta.

Como le expliqué a la Dra. Ileana Balmaceda, soy el primero en reconocer las grandes virtudes del Seguro Social, en particular del Hospital San Juan de Dios, y desde luego del personal médico, técnico y administrativo. Pero también he recibido y he sido testigo de malos tratos, de indiferencia y hasta de recibir respuestas “evasivas”. Para este tipo de problemas, no basta decidir con base en un informe, se necesita una investigación para recabar toda la prueba y entonces al final poder decir: “en mi condición de Directora General debo considerar esta información como un hecho cierto”. La verdad no está necesariamente en informes de escritorio, sino en las ventanillas.