El término “impuesto” hace alusión directa a “imposición” u obligación de “con-tribuir”, según nuestras posibilidades de ingresos económicos reales para hacerle frente al pago de obras y servicios de lo que, colectivamente, todos nos beneficiamos.
Está por demás señalar que los “impuestos” están relacionados, directa y necesariamente, con el gasto o deuda pública.
Por ello, para que el Estado pueda funcionar, como ente social, solidario y justo, debe recaudar los tributos y todos los habitantes debemos cumplir con pagarlos, si queremos obras y servicios, que sólo comunitariamente podemos obtener.
Todos exigimos que haya excelente infraestructura; seguridad médica y pública, inmediata y eficiente; una canasta básica, grande y abundante; viviendas para todos; subsidios y comedores escolares; trabajo y buenos salarios y, en fin, que el Estado sea inclusivo, justo y equitativo pero para ello es indispensable pagar los impuestos, en forma cumplida, debida, sin dilación y “sin hacer trampas”.
Y es que el gobierno -¡cualquier gobierno!- para hacerle frente a todos estos compromisos necesita que todos los contribuyentes, cumplan con su parte y no que, solamente, unos exijan y los demás sean quienes deban cargar con todo. Si no hay plata no hay obras ni servicios públicos. Por eso se debe recurrir, muchas veces, a préstamos foráneos, lo que no es sano para las finanzas del país.
Si queremos hacer patria, de verdad, apoyemos, sin mezquindad, al gobierno; a éste y todos los demás gobiernos que vendrán y que saldrán de quienes hoy están en otro vagón pero en el mismo tren.
Como decía don Pepe Figueres: “Hemos entrado en la fase dura de la lucha; la etapa de las realizaciones, de los desengaños, del trabajo perseverante, de la construcción del porvenir. Ahora, más que antes, debemos servir. Servir con el esfuerzo mientras estemos aquí para que merezcamos, después, en humilde medida, servir con el recuerdo”.