Viernes, 08 Enero 2010 18:00

SANDRO DE AMÉRICA

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Hay artistas que marcan épocas, su sola voz es evocadora, escucharlos es como subirse a la máquina del tiempo y recorrer espacios matizados por: alegría, nostalgia, desilusión, esperanza, amor, desamor,  ese crisol donde se mueven juguetones los sentimientos.

Ese es el encanto de la radio, el ir y venir de melodías, acordes, cantos, sonidos, es una mezcla irresistible, porque si bien el pasado no puede ser ancla, la evocación hace que del alma surjan alas.

En la década de los setenta, remota para muchos, cercana para otros, la figura de Sandro convocaba en las fiestas de colegio, en los cines, que lucían abarrotados cuando se exhibía alguna de sus películas.

El asunto de estas figuras es que  algunos en su juventud tienden a imitarlas, en el caso de Sandro, sus atuendos, sus contoneos que despertaban la hilaridad de las muchachas y los celos de los jovencillos, pero además y para desdicha, los hábitos que muestran en un escenario y este artista argentino de nombre Roberto Sánchez, lucía siempre un humeante compañero, que a la postre, como él tardíamente lo reconoció, le costó la vida ¡El cigarrillo!

¿Cuántas personas se iniciaron en ese vicio por emular a su ídolo? Esta es una pregunta sin respuesta, pero las consecuencias han de ser las mismas, cáncer de boca, de tráquea,  estómago, pulmones, recto, porque todos los órganos se ven afectados por este asesino blanco, que se mueve en diferentes estratos y tiene predilección por los jóvenes para tenderles la trampa.

El cáncer cercena más de tres mil vidas anualmente en Costa Rica, pero el cigarrillo, además está ligado directamente a las afecciones del corazón, que en 12 meses llevan a la tumba a más de 4.000 compatriotas y le significan al bolsillo del Seguro Social que se alimenta con su aporte solidario, la no despreciable suma anual de al menos ¢45 mil millones de colones.


Se estima que el 30% de los menores aquejados por el asma, conviven con un fumador.

En el caso del cigarrillo y el daño devastador que provoca, evocando a Sandro,  en una se sus mas logradas declamaciones llamada “El Amante”: “…Un botón basta de muestra, los demás… a la camisa”