Hoy se celebra el Día del Periodista, en honor al santo patrono de los comunicadores, San Francisco de Sales, ocasión oportuna para compartir algunas reflexiones e inquietudes acerca de la comunicación, los profesionales que la ejercen y la valoración social de esas profesiones, en particular del periodismo.
La comunicación en su fundamento es connatural al ser humano, es parte de su esencia, incluso en aquello que tiene de animalidad, pero sobre todo con lo que le eleva a su condición humana. Su ejercicio por tanto es directo. Sin embargo, como muchos otros fenómenos sociales, el desarrollo de los grupos humanos y la complejidad que ello provoca, trae consigo la participación de intermediarios que hacen de aquello una práctica cotidiana, un oficio, una profesión, así como la generación de instrumentos, en este caso, los medios de comunicación: desde las más primitivas señales por ruidos o humo hasta la más sofisticada antena instalada en un satélite a miles de kilómetros de la tierra.
Igual que otros instrumentos sociales, como los de producción, transporte, educación y entretenimiento, así los medios de comunicación crecieron y se diversificaron, demandando de sus manejadores una cada vez mayor especialización, hasta llegar a la profesionalización.
En Costa Rica ese fenómeno se inició en el siglo XIX y se consolidó en el siglo pasado con la creación de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Costa Rica, en 1968 y del Colegio de Periodistas, al año siguiente. Desde entonces, con la posterior aparición de otras escuelas universitarias formadoras de comunicadores, el país ha tenido una sostenida y creciente formación de profesionales en comunicación, suficiente de sobra para atender la demanda de los diferentes medios, empresas, instituciones y de cualquier otra demanda en esa materia.
Pero hoy, cuarenta años después, con una gran cosecha de profesionales en comunicación, todavía hay empresas periodísticas, compañías y hasta instituciones que contratan a personas advenedizas, sin preparación ni credenciales, para realizar tareas propias de la comunicación, del periodismo, de las relaciones públicas, de la publicidad.
¿Por qué?
Si no nos imaginamos a un hospital contratando a un atorrante para que haga cirugías, ni a una compañía constructora encargándole los planos de un edificio a cualquier hija de vecino.
Y si la sociedad costarricense hace cuarenta años dio el paso hacia la profesionalización de los comunicadores; si año con año cientos de familias hacen un esfuerzo para que sus hijos estudien las carreras de comunicación en las distintas universidades y tanto esos jóvenes como sus padres tienen la ilusión del empleo en aquello para lo que se prepararon; si el Estado invierte valiosos recursos en la formación de esos profesionales; ¿por qué empresas periodísticas, medios de comunicación, compañías y hasta instituciones, siguen contratando gente para que ejerza funciones periodísticas y de relaciones públicas por otras razones y no por su profesionalización?
Hoy, que celebramos el Día del periodista, es momento propicio para empezar a revertir esta situación tan dañina para nuestra sociedad como injusta con los profesionales de la comunicación.