Además de ingeniero soy músico, por lo que hace muchos años me invitaron a tocar acordeón en una actividad en el Gran Hotel Costa Rica.
Al terminar, ya tarde en la noche, me detuve en un cajero para sacar dinero para comprar unas herramientas de segunda mano para mi empresa.
Cuando iba por la pista General Cañas, en la callecita frente al Conservatorio Castella, me atravesaron un carro, me encañonaron, me golpearon y me robaron todo ese dinero. Aunque me sentí como violado, fui muy afortunado porque pudieron haberme matado.
Fue una experiencia tan humillante que tardé varios días en relatársela a mi esposa. Ni siquiera fui a poner la denuncia porque la verdad, me pareció una pérdida de tiempo.
Han pasado 14 años desde aquel triste episodio y, en vez de mejorar, cada día hay más impunidad para los criminales y menos protección para los ciudadanos.
Mi colega y amigo, el ingeniero Olger López con gran esfuerzo y sacrificio abrió una hermosa oficina en Sabanilla. A fines del año pasado, cuatro hampones lo vapulearon, tiraron al suelo a su esposa con siete meses de embarazo y le robaron sus computadoras y todo el equipo de su empresa.
Días antes habían asaltado al ministro Guillermo Zúñiga y su esposa para robarle su carro. Hace dos semanas ingresaron por la fuerza a la oficina de otro amigo, un arquitecto panameño, para robarles sus computadoras.
Ellos como yo, fuimos muy afortunados porque estamos contando el cuento.
Yo sé que algunas personas han tenido accidentes con armas de fuego, debido a que no sabían manejar sus armas; pero estos han sido muy pocos.
Sin embargo todos los días se producen accidentes de tránsito que pudieron haberse evitado con un poco de respeto por la vida humana.
Para mi y para cualquier persona decente; la violencia, los accidentes de tránsito y los asesinatos, son producto de la falta de respeto por la vida humana y no por la tenencia legal de armas o de vehículos.
Es innegable que no todas las personas tienen capacidad para defenderse por más cursos de armas que reciban, porque no tienen aptitud. Sin embargo hemos visto recientemente varios casos de ciudadanos que pudieron proteger su vida porque estaban armados.
En mi caso personal, en tres ocasiones me he servido de un arma para amedrentar a delincuentes, sin tener que dispararle a ninguno.
Está bien que la sociedad se asegure que quienes usan y poseen armas deben demostrar que conocen su manejo seguro, igualmente que cuando se conceda una licencia de conducir, especialmente para transporte público y pesado; pero despojar de las armas legales a los ciudadanos va a empeorar la seguridad ciudadana
En lugar de desarmar a los ciudadanos, el gobierno debería preocuparse de otras cosas, como por ejemplo:
.- fortalecer y capacitar la policía.
.- Eliminar la impunidad, fortaleciendo a los tribunales y quitando la alcahuetería de ciertas leyes.
.- Asegurarse que los extranjeros que ingresan al país sean honorables y trabajadores.
.- Fortalecer los programas sociales.
.- Reforzar la formación cívica en escuelas y colegios.
Y por último, reforzar el respeto por los derechos humanos, entre los cuales está el derecho a defender nuestra vida y a nuestra familia por el medio que sea necesario.
Desgraciadamente, cuando el gobierno habla de desarmar a los ciudadanos decentes, lo que hace es darle este mensaje a los criminales:
“Señores delincuentes, relájense, porque pronto ustedes serán los únicos que portarán armas en este país.