Domingo, 23 Noviembre 2008 18:00

Mucha democracia pero también mucha responsabilidad

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En el mundo civilizado no puede haber mejor sistema que regule la convivencia social que una democracia efectiva. Pero tal como sucede con la mayoría de las cosas buenas que tenemos, nos acostumbramos, a tal punto, que pensamos que siempre van a estar ahí y no se valoran hasta que se pierden.

El sistema democrático lleva en sí mismo el germen que amenaza con destruirlo pues le concede derechos irrestrictos a toda la ciudadanía, incluidos aquellos integrantes de la sociedad, que no creen en ella y abusan de las libertades. También están quienes sin tener mayor interés en informarse de los deberes implícitos a sus derechos democráticos, simplemente, se limitan a emitir su voto, cada cuatro años, en las elecciones nacionales y hay otros que hasta ven con la mayor indiferencia los asuntos políticos electorales y nacionales y simplemente se abstienen de participar.

Vivir en democracia es mucho más que participar en los distintos procesos electorales. Vivir en democracia implica también involucrarse personal y directamente en los diferentes asuntos de interés comunal y nacional, tales como, la seguridad ciudadana, la limpieza y conservación del medio ambiente, el respeto incondicional a las leyes y a los derechos de las demás personas, entre otros.

No menos importante es tener claro que si vamos a opinar e intervenir en cualquier asunto y de manera prioritaria, si se trata de algo de interés nacional, primero, debemos buscar información abundante sobre el tema y para esto hay que oír, respetuosamente, las diferentes opiniones. Segundo, una vez recopilada la suficiente información, analizarla objetivamente para, finalmente, formar criterio y asumir una posición responsable por estar bien fundamentada.

Pero, sin duda, uno de los deberes más importantes de quienes vivimos en democracia, es aceptar que respecto a la conducción de la nación, esta la deben ejercer aquellos partidos políticos que la mayoría de la ciudadanía escogió para dirigir el Ejecutivo e integrar la Asamblea Legislativa y municipalidades.

Aquellos partidos políticos cuyas propuestas no fueron avaladas por la mayoría de la ciudadanía, no solo deben respetar la decisión mayoritaria del pueblo sino que en democracia efectiva, es de esperar que no impidan que la alternativa escogida para dirigir el Ejecutivo pueda poner en práctica su propuesta de gobierno.
 
En Costa Rica hemos vivido más una democracia electoral que una integral y la amplia libertad que se vive en este país, desde que se promulgó la Constitución de 1949, en los últimos años, se ha convertido más en un libertinaje que una libertad con responsabilidad ciudadana. El irrespeto a las autoridades constituidas y a los derechos de quienes no piensan igual, por parte de algunos grupos reaccionarios, cada vez, se ha vuelto, peligrosamente, más virulento.

Costa Rica debe pasar ya de una democracia electoral a una integral, donde el acceso a los derechos económicos para todas y todos los integrantes de la sociedad, sean reales y se presenten a través de la existencia de oportunidades. Pero también en una democracia integral, los distintos actores sociales y políticos deben respetar a las autoridades constituidas, sus políticas y las decisiones del pueblo expresadas en las urnas, aun cuando estas les sean adversas.

Necesitamos mucha democracia pero sin olvidar que eso también implica mucha responsabilidad.