Domingo, 20 Enero 2008 18:00

La Asamblea Legislativa es la que atrasa el desarrollo de Costa Rica

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Se quejaba el presidente Óscar Arias ante las cámaras de un tele noticiero nacional.
El decir del señor Presidente de la República, no necesita de pruebas que se lo avalen, ya que la mayoría de las y los costarricenses estamos claros en que ese poder del Estado, desde hace muchos años, ha caído en una parálisis institucional muy gravosa para Costa Rica. Las causas muchas pero sobresalen el cálculo politiquero y no haberla adaptado a los signos de los tiempos y a las necesidades de la ciudadanía.

Otrora, poner las transmisiones radiales de las sesiones legislativas, era toda una cátedra de elocuencia, civismo, sabiduría y de mucho respeto a tan digno cargo popular. Desafortunadamente, desde hace muchos años, esa dignidad ha venido muy a menos. Recuerdo una ocasión en que un señor diputado puso sobre el escritorio de su curul una pistola; vayan ustedes a saber ¿Cuáles fueron las razones para tan indigno e irrespetuoso proceder? Más recientemente, a una señora diputada que osó descalzarse en el Plenario, le escondieron el zapato; jocoso tal vez pero nada más impropio  para ese casi sagrado recinto.

Y no es que no pueda haber un poco de alegría y hasta cierto grado de camaradería y confianza entre las señoras y señores diputados pero eso no tiene nada que ver con perder de vista la dignidad de la Asamblea Legislativa. Parece que algunas y algunos diputados ignoran que el Plenario es un lugar digno por excelencia, donde los representantes del pueblo crean, modifican y derogan leyes para generar el bienestar de las mayorías, aprobando las leyes que promuevan el desarrollo económico y social.

Sin embargo, en el Plenario Legislativo se dan otros hechos aún más perjudiciales que algunas de esas ocurrencias y bromas inoportunas. Ahí se manifiestan también muchas artimañas políticas, sólo, para evitar que la Asamblea Legislativa cumpla con su deber de legislar, su principalísima razón de ser, junto con su deber de resguardar la institucionalidad del país por sobre todo y antes que atender el interés partidista.

La fracción del Partido Acción Ciudadana acuerpada por los dos otros diputados opositores al TLC, el año pasado, se negaron a conocer las llamadas leyes de implementación, aduciendo que discutir y peor aún aprobar esas leyes, era como aprobar el tratado de libre comercio, sin que el pueblo se hubiera pronunciado en el convocado referéndum. Sentenciaban que conocer si quiera de los proyectos de ley, era una afrenta a la voluntad popular pues esas leyes son lo mismo que el TLC.

El pueblo costarricense, mayoritariamente, dijo SÍ al TLC y por lo tanto, también a esas leyes de implementación pero aquellas diputadas y diputados que antes se rasgaban sus vestiduras exigiendo respeto a la voluntad popular, ahora son ellas y ellos mismos quienes la irrespetan y lo peor para hacerlo, utilizan, sin el menor pudor, las artimañas reglamentarias que siempre criticaron ferozmente: Bloquear el trabajo legislativo.

Lleva mucha razón el presidente Arias cuando afirma que Costa Rica no avanza por culpa de la Asamblea Legislativa, por lo que hay que pensar en serio en los cambios constitucionales que le pongan coto a esta situación.