Pocos gobernantes sufrieron los embates de la prensa como don José María Castro Madriz, sin embargo, suyas son estas palabras que quedaron grabadas en el altar de la Patria: “La libertad de prensa es un derecho consagrado por la ley, y como tal debo respetarlo, cualquiera sean las consecuencias que de su ejercicio para mí resulten. La libertad de prensa es una conquista gloriosa de la civilización, de la cual todos los hombres debemos ufanarnos.” Semejante actitud del gobernante “campeón de las libertades” sustenta el decreto legislativo, aprobado y publicado en mayo del 2006, mediante el cual se establece la celebración en el país del Día de la libertad de expresión, el 1 de setiembre de cada año, como homenaje a la memoria del Dr. Castro Madriz, en la fecha de su natalicio.
Pero nótese que hay aquí dos conceptos que parecen confundirse, precisamente porque están íntimamente ligados y hasta podría decirse que, como manifestación expresa de un derecho, nacieron como uno solo: libertad de expresión y libertad de prensa. Sin embargo es claro: la libertad de expresión, la más amplia, el marco general, tiene como sujeto al ciudadano; la libertad de prensa, enmarcada en la primera, tiene como sujetos a los medios de comunicación, a la prensa, a los periodistas. Ésta existe en función de la primera … y a ella se debe.
La confusión entre ambas es muy generalizada, tanto que para algunos la libertad de expresión solo se concibe como una manifestación que se da a través de los medios de comunicación; y esta percepción se agranda cuando, como en el caso de nuestro país y como un fenómeno consolidado a lo largo de nuestra historia, la libertad de expresión es una manifestación cotidiana, diríamos que permanente, algo casi connatural al ser costarricense, algo que se da de por sí, que hemos heredado y acerca de cuyo origen y práctica nunca nos planteamos problema alguno.
Por la costumbre de decir en nuestra cotidianidad lo que sea, sin cortapisas, hemos dado un salto cualitativo, llegando a entender como ejercicio de la libertad de expresión, exclusivamente, aquel que se da a través de un medio, y ojalá de aquellos de mayor cobertura geográfica y de población.
En la edición 130 del semanario digital Primera Plana, del Colegio de Periodistas, (www.primeraplana.or.cr), se publica un avance de la primera encuesta sobre libertad de expresión, patrocinada por el Observatorio de la libertad de expresión y realizada por la Escuela Estadística de la Universidad de Costa Rica. Uno de los datos que arroja el estudio es que el 85 % de los encuestados afirma no haber expresado nunca sus opiniones por un medio de comunicación. Eso sugiere que la aspiración ciudadana como ejercicio de la libertad de expresión, es ver publicadas sus inquietudes u opiniones en un medio de comunicación colectiva.
Aunque insuficiente y tal vez equivocada, esa parece ser la percepción ciudadana de la libertad de expresión, y a ella deben atenerse quienes de una u otra forma tienen en sus manos la responsabilidad de ofrecer la palabra, sin más condiciones que las normas elementales del respeto mutuo, sin más interés que alimentar nuestra democracia con el mejor e insustituible nutriente: la libertad de expresión.