Jueves, 01 Mayo 2008 18:00

Invitar o Empujar

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Yo no sé, y por eso me pregunto, cuál es el enredo que tiene el MEP con los salarios de los educadores del país; y lo digo de una vez, el asunto de por sí no me interesa. Lo que realmente me preocupa, en cambio, es el tipo de educación - o más bien la falta de educación - que soportan nuestros jóvenes, víctimas de un sistema educativo estatizado, estandarizado y plagado de maestros sin vocación (huelguistas profesionales), carentes de la adecuada preparación que exige el entorno socioeconómico globalizado en cuya órbita nos movemos individualmente y como nación.
 
Cuando uno, por ejemplo, observa la cantidad de dinero utilizado en las mal llamadas becas (asistencias condicionadas) del programa Avancemos y el dudoso destino asignado a este dinero por parte de las familias beneficiadas, me pregunto de nuevo si lo que estamos haciendo en Costa Rica no es empujar a los jóvenes hacia un sistema educativo que se asemeja a un sistema de guarderías y no a un sistema de acceso al conocimiento verdadero. Y al decir verdadero, me refiero a un conocimiento que nos sirva de herramienta de vida y nos libere del círculo vicioso de la pobreza.
 
La filosofía liberal insiste en que resulta más provechoso invitar a la gente a salir de la pobreza por la vía de acceso a una educación de calidad - subsidiada según las necesidades individuales - y a sistemas de acceso a la propiedad tangible e intangible, sostenibles y libres de distorsiones económicas, que la opción estatista de empujar a la gente por medio de asistencias condicionadas hacia sistemas mediocres, tanto educativos como de obtención de propiedad y empleo subvaluado. Una pregunta interesante sería: ¿en qué se parecen y en qué se diferencian un joven que deja sus estudios después de sexto grado y se dedica a vender flores y otro que completa sus estudios secundarios y termina vendiendo las mismas flores por no tener el conocimiento necesario a la hora de ocupar algún puesto enriquecedor y con posibilidades de “avanzar” en el hilo educativo? La respuesta es fácil: se parecen en todo y no se diferencian en nada; y esta, sin duda, es una frustración y una injusticia.
 
La educación, y sobre todo la subsidiada, tiene por fuerza que ser utilitaria desde el punto de vista económico. No podemos cargar a los contribuyentes con un sistema educativo que no prepara a los jóvenes ni los integra al sistema socioeconómico de una manera activa y que tampoco les permite, como fruto de su esfuerzo, contribuir mediante el pago de sus impuestos al sistema educativo que los ayudó a salir adelante.
 
Por eso, al estado costarricense le urge ya invertir en excelencia educativa antes que en asistencias condicionadas y explorar diferentes avenidas como “vouchers educativos”, sistemas de autogestión administrativa, acceso a mejores colegios técnicos, y sistemas y metodologías de educación a distancia.
 
Solo así podemos avanzar de un modo efectivo y dejar de tropezar siempre con la misma piedra.