Lunes, 08 Septiembre 2008 18:00

Educación, ayudas y gratitud

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Una de las formas más efectivas, mediante la cual es posible el desarrollo de una nación, es con la permanente eliminación de las desigualdades,  la eficiente distribución de la riqueza,  la creación de oportunidades para generar más y mejores empleos y la participación de un estado que brinde oportunidades a todos los sectores sociales. 

Quien quiera que sea acreedor de un beneficio que le permita superar su estado de pobreza o crear oportunidades, tiene la obligación moral de retribuir a la sociedad con esfuerzo y dedicación.  Aprovechando las oportunidades y aportando una importante cuota de trabajo para superar los restantes obstáculos, sabrá devolver y replicar en otros los beneficios disfrutados y por ende,  logrará hacer sostenible cualquier programa. 

En un país que busca abrirse paso al desarrollo,  la educación deberá ocupar un lugar preferencial.   Cuando hablamos de pobreza,  caracterizamos a la gente pobre como aquella que nos es capaz de generar –porque no puede- los recursos suficientes para solventar sus necesidades más inmediatas y es a través de la educación que podremos hacer que esa capacidad surja.

Cuando una familia no cuenta con los recursos para alimentar con lo básico a sus hijos,  nos es posible aspirar a que el proceso enseñanza-aprendizaje, pueda ser asimilado de buena forma por los estudiantes.  Paulatinamente,  el hambre  se irá encargando de que la absorción de conocimientos sea deficiente,  lo que a su vez impedirá calificaciones satisfactorias y  terminará en deserción. 

Posteriormente,  la pobreza,  la falta de alternativas de empleo,   en muchísimos casos el abandono y el fácil acceso a las drogas,   alejarán cada vez más a esos menores de las aulas, los sumirán en la pobreza permanente y limitarán cada vez más sus posibilidades de abandonar ese mundo cruel,  que los deja a su suerte y les impide la superación.

Hoy más que nunca,  cobra relevancia la necesidad de que la educación ocupe un papel preponderante en la agenda para el desarrollo que el país desee implementar.  De ahí que celebre la decisión del Gobierno de incluir más recursos para educación en el presupuesto de la República del próximo año.  Si bien,  los índices de pobreza han disminuido en los últimos años,  la coyuntura económica mundial amenaza con un repunte de este flagelo y es sumamente necesario el concurso de TODOS para lograr vencer cualquier obstáculo.  La educación si duda,  contribuirá grandemente a ello.

El programa Avancemos ha sido un buen estímulo para que los estudiantes no se alejen de las aulas;  sin embargo, es necesario que existan controles y que no se convierta esto en un festival de recursos mal canalizados. 

Uno de estos jueves,  día en que no podía circular con mi carro,  mientras esperaba el bus escuchaba la conversación de dos muchachos,  en la que uno de ellos manifestaba la urgencia que tenía de recibir la beca para poder pagar su cuenta de teléfono celular que superaba los 30 mil colones  y también para ir a tomarse unas “birras”.    Es urgente un contrapeso para este beneficio económico basado en el rendimiento académico y una adecuada supervisión,  pues podemos caer en el grave pecado de hacer una asignación irracional,  que sin la adecuada fiscalización termine en manos de personas poco agradecidas.

Otro triste ejemplo, es la noticia de que las niñas que eran siamesas, debieron ser hospitalizadas por afectaciones respiratorias  provocadas -en parte- por el fumado de su padre.  Los esfuerzos hechos por muchas instituciones públicas y privadas, requieren de manera fundamental, la participación y compromiso de todos (en especial de la familia) para que el objetivo de darles una mejor calidad de vida, se cumpla plenamente. 

Cualesquiera esfuerzos o recursos destinados a la educación o a mejorar el nivel de vida de los niños y jóvenes deben ser adecuadamente dirigidos y habrá que crear mecanismos de control que midan su efectividad.

Que la sombra de malos manejos de fondos públicos no alcance jamás estas iniciativas.  Las nuevas generaciones así lo demandan,  nuestro desarrollo así lo exige.