Este año se cumplen los cincuenta años del benemeritazgo del maestro Joaquín García Monge y también de su lamentable partida. En su honor, citaré a continuación algunos de los planteamientos que don Joaquín escribió bajo el sugestivo título de “Cómo haría yo un diario para los costarricenses”, delineando así su ideal de periodismo y de un medio de comunicación
Escribió don Joaquín:
“Me limitaré a exponer cómo les haría yo un diario a los costarricenses, si para ello tuviera recursos.
Concibo el diario como un promotor de ideas e ideales y supongo, además, que los maestros de las escuelas hayan enseñado a sus conciudadanos a leerlo.
La información interior y extranjera sería copiosa. Y haría cuanto me fuera dable por combatir este descuido moral contagioso de los periodistas, de informar sin estar seguros de lo que hacen, inclinándose más a la murmuración y a la calumnia que a la exactitud de las noticias.
Me agradarían más los informes que elogian que los que desprestigian; me placería que mis reporteros vieran más el lado bueno de las cosas que el que hiere las susceptibilidades ajenas. Desde luego, si en mi periódico se dieren informes falsos, se cometieren errores de hecho o de opinión, estaría pronto a rectificar con amplitud y lealtad.
Apruebo la veracidad y la honradez como lema de un diario bien constituido…
A fin de que fuera fiel a la verdad y a la honradez, mi diario sería independiente, no estaría vinculado en modo alguno a partidos ni a sectas, ni a capitalistas, ni a gremios o compañías. No sería neutral, pero sí sería imparcial. En las controversias tomaría en cuenta el parecer de ambas partes.
En el Código de los Editores Norteamericanos de Periódicos, hay dos mandamientos que satisfacen mucho: el que pide al periodista sinceridad y buena fe con sus lectores y el que le exige distinguir el artículo que informa de el que expresa opiniones. Como también el que le exige responsabilidad.
El diario es un instrumento público al servicio del bien común y no de los intereses egoístas.
Haya en mi periódico varios redactores, mujeres y hombres preparados en estos estudios y en aquéllos, con el ánimo de evitar al periodista obligado a hablar de todo, lo entienda o no, crea en ello o no.
Exigiría el estilo breve y sencillo… y pediría que el periodista se concentre, que corrija, que pula sus escritos. En Costa Rica los diarios inflan mucho los asuntos: con cualquier bobería rellenan columnas una semana completa, para solaz, o fastidio, de la clientela.
Juzgo que el diario debe completar la educación del ciudadano, dentro de la diversidad de asuntos que trate. Mi diario sería un divulgador asiduo de conocimientos útiles, de ideas nuevas, de valores y preocupaciones mundiales.
Concibo, pues, el periodismo civilizador… Nada de enconos ni virulencias de lenguaje. Quiero un diario decente, pulcro, bien escrito, que hasta los niños puedan leer. No el diario que se ponga al servicio del escándalo, la ramplonería y la corruptela política. Nada de sensacionalismos, ni detalles de crímenes y vicios, incentivos para las bajas pasiones... Todo lo que engendre odios debe excluirse de la prensa.”
Esta es la lección que hace 83 años, en 1925, escribió don Joaquín García Monge, una lección que periodistas y empresarios de medios de comunicación debiéramos atender con humildad y con patriotismo.