De los tantos análisis que esperan su turno, con motivo del ya avanzado fenómeno de la globalización, es primordial el de la educación universitaria, pues las universidades nacionales parecen que no ponen atención a esta realidad.
Pasa con varias universidades que aunque saben que en algunas de sus ofertas académicas el mercado laboral está saturado siguen manteniéndolas y hasta promocionándolas.
Hoy hay más muchísimos centros universitarios, con un aumento en las privadas, como sucede con las escuelas de derecho, medicina, administración de negocios, psicología, odontología, periodismo y educación, entre otras muchas, que se privilegian por otras como, por ejemplo, las que el comercio internacional está ávido pues requiere de profesionales preparadas para hacer frente a una sociedad del conocimiento y de la información y en el que, además, se requiere hablar, fluidamente, inglés, el japonés y mandarín, entre otras destrezas y habilidades.
Por ello la cantidad de profesionales, mal formados, terminan haciendo trabajos para los que no se requería “estudios universitarios”. Y ello se complica más si, para peores, las universidades donde se matriculan, aunque aprobadas por la burocracia estatal sin mayores análisis, son un verdadero fracaso, pues se suman a las llamadas universidades de garaje que proliferan en toda América Latina y Costa Rica no es la excepción.
De ahí, entonces, que es necesario que el egresado de secundaria que esta decidiendo qué carrera seguir haga un análisis concienzudo de la realidad que encontrará al terminar una carrera universitaria y no sea que, por seguir la profesión de “moda” o la que ha sido “tradicional”, como la de derecho u odontología, vean truncados sus “sueños” por no haber sabido estar al tanto de que, hoy, como nunca, hay que estarlo: los signos de los tiempos con una “globalización” que no tiene marcha atrás y en la que es necesario ubicarse, antes que la misma los termine ubicando donde jamás, pensó, ir a parar.
Es mejor hacer un alto en el camino, aprovechando un año para estudiar idiomas, para pensar, en forma meditada, cual carrera seguir y revisar el “mercado mundial” que les abre oportunidades seguras, que los enrumbarán en el tren de las oportunidades hacia horizontes seguros en su ejercicio profesional.