Jueves, 03 Enero 2008 18:00

CONSTRUYAMOS UN MUNDO MEJOR

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En una película que vi recientemente, uno de los protagonistas, ante la sublime belleza de una interpretación musical, afirmaba que nadie que oyera esa pieza podría llegar a ser una mala persona; igual podría decirse de quien crece y pasa su vida en contacto con las bellezas que nos regala la naturaleza, e igual afirmación podríamos hacer respecto de quienes crecen rodeados del buen ejemplo, de la bondad, de la práctica de valores y virtudes como la solidaridad y la disciplina.

Por supuesto que esto no es una ley infalible; nada de esto es una vacuna contra el mal porque simplemente no hay vacuna contra el mal; pero si ayuda, si todo esto y muchas otras acciones sociales pueden colaborar a mantener a los seres humanos en la senda del bien, lo menos que deberíamos hacer es promoverlas.

Y aquí llegamos al tema de la educación, la educación en su sentido más amplio, como ese conjunto de acciones mediante las cuales los mayores, con más o menos consciencia, buscan moldear las vidas de los menores de conformidad con una visión de mundo que se considera conveniente para las nuevas generaciones, o que al menos los grupos dominantes presentan como tal. Esa educación por supuesto incluye la escuela como factor determinante, pero la trasciende, y son el hogar, la comunidad y en general el ambiente sus principales escenarios.


¿Le procuramos al niño el contacto con la buena música y en general con el arte que nutre al espíritu con sensibilidad y creatividad? ¿Cuánto promovemos entre nuestras generaciones jóvenes el respeto y el contacto con la naturaleza? ¿La exaltamos ante ellos como proveedora de vida e inspiradora de paz?¿Somos ejemplo de virtudes y valores para los pequeños niños que comienzan a forjar su personalidad a la luz de nuestras palabras y sobre todo de nuestros actos?

Qué diferente sería el mundo, y por supuesto nuestro país, si más niños, muchos niños tuvieran acceso al arte; si más niños, muchos niños tuvieran el contacto que les desarrolle el amor y el cuidado por la naturaleza; si más niños, todos los niños tuvieran un hogar y un ambiente social en donde se les conduzca mediante el ejemplo a la práctica de los mejores valores. ¿Acaso no nos restriega la realidad, todos los días, la diferencia entre los que sí tiene esas oportunidades y los que no?
Está a la mano, a nuestro alcance, el forjar personas mejores y por ende una sociedad mejor. Cada quien tiene, tenemos, un espacio de acción para colaborar a que así sea, y si no hemos empezado ¿qué mejor momento para hacerlo que este nuevo año?