No es posible que seres que deberían vivir con alegría su niñez y sentirse seguros en sus casas y comunidades; tengan que estar temerosos de que, en cualquier momento, aparezca este fantasma y les recuerde y reviva el dolor y la agresión, marcando sus vidas para siempre. Nosotros, como padres, madres y ciudadanos en general, y como miembros de las instituciones, deberíamos luchar porque esto no suceda con nuestra niñez, y a quienes lo están sufriendo, darles con urgencia el apoyo que necesitan en estos casos.
Les comparto algunos criterios que nos ayudarán a reconocer cuando se puede estar presentando abusos en personas menores de edad, según el Manual de Capacitación sobre Abuso y Violencia. La violencia sexual contra las personas menores de edad se define como: “todo contacto sexual directo o indirecto de una persona adulta con un niño, niña o adolescente; realizado en el fin de obtener provecho, ventajas o placer, sometiendo mediante el ejercicio del poder, físico, psicológico o pecuniario”. En palabras sencillas es una violación a los Derechos fundamentales y a la dignidad de las personas menores de edad; y esto debe quedar muy claro.
Lamento que para algunos adultos que rodean a los niños y adolescentes, sean inadvertidos los síntomas que estos presentan cuando están siendo víctimas de abuso sexual: terrores nocturnos, bajo rendimiento escolar, pérdida de apetito, conductas agresivas hacia ellos y su entorno, juegos sexuales, depresión
Cuando vemos estas señales en los niños, niñas y adolescentes y desconocemos la causa por la cual las está presentando; debemos poner atención y profundizar más. Eso sí, el caso se debe atender con mucho cuidado, porque si se hace un mal abordaje, causaremos más dolor. Si sospechamos y no sabemos cómo enfrentar el tema, busquemos ayuda de un experto para que nos encauce a enfrentar la situación.
He de recalcar muy vehemente que ante cualquier sospecha de abuso contra personas menores, debemos obligatoriamente denunciar ante la autoridad correspondiente; pues de lo contrario somos cómplices de este delito. Y eso no lo digo yo, sino la ley, principalmente el Código de la Niñez y Adolescencia en sus Artículos 49 y 66.
Nunca me cansaré de pedirle a todos: usted padre, madre, tía, vecina, maestra, a toda la población en general, ante esta situación que sufren nuestros niños, debemos tener sensibilidad y ejercer nuestra paternidad social. No crea que porque un menor no sea familia suya, usted no puede denunciar, piense más bien, que su intervención podría salvarle la niñez, la inocencia y hasta la vida. Los niños, las niñas y los adolescentes deben vivir con alegría y tranquilidad en sus hogares y comunidades, no con el temor constante de ser abusados.