Costa Rica es un país de ríos y montañas. Eso, que es una fortuna tenerla puede, sin embargo, trocarse en una calamidad si no sabemos “con-vivir” en esta geografía.
Hay ríos caudalosos, siempre; otros, que en verano son como hilos de agua, en invierno crecen de forma tan avasallante que puede llevarse todo un pueblo a su paso.
La topografía nacional está a la vista: vertientes por doquier que atraviesan entre llanuras, coronadas con montañas, unas más elevadas que otras, pero, en general, en un país con una topografía irregular, de tierra “movediza”, dada la deforestación galopante en las últimas décadas, que nos dice que hay que ser muy precavidos.
Debemos saber con-vivir en un país como éste, donde todos los años se dan los mismos o más fuertes aguaceros que dejarán pérdidas irreparables, como vidas humanas, y que arrasará caseríos completos.
Por eso debemos ser parte, antes que de los problemas, de las soluciones.
Primero: La incultura de botar todo tipo de desechos a los causes de ríos, acequias y afluentes que abundan en nuestro país pero que, en lugar de servirnos debidamente de ellos, las convertimos en basureros y cloacas a cielo abierto, sin conciencia alguna de tan “cochinas” costumbres. Eso el río lo devolverá, con creces y con furia, el días menos pensado.
Segundo: Propietarios, registrales o en precario, vecinos a ríos quienes se lo “apropian” y construyen, sobre él, tapias, puentes y hasta casas o habitaciones, “escusado incorporado”. Por ello, hablando claro: el río no se mete a las casas; son éstas las que meten a los ríos, asfixiándolo.
Tercero: El “gobierno” SOLAMENTE es un mero administrador de los fondos públicos, o sea de la plata de todos los ciudadanos que pagamos impuestos. De modo que para algunos “vivazos” en muy fácil meterse en una “construcción”, en ladera y márgenes de ríos y que “Papá Estado” venga en su auxilio, a repartir plata y darles casa nueva. ¡Así hasta yo!, como diría doña Niní Chinchilla.
Y lo peor es que luego ni alquilan casa ni salen del mismo sitio, pues, como circulo vicioso, saben que el otro año, “aguantándola un poco”, le darán más y así hasta el fin de los siglos. La C.N.E. lo ha dicho reiteradamente y comprobado: Muchos que reciben plata de esta forma, se les hace vicio y resulta ser un “negociazo”. Estas conductas son delictivas y el Ministerio Público debería poner a raya a estos “buchones”.
No es posible seguir con lo mismo, todos los años: alcahueteando a algunos, quienes, sabiendo de su irresponsabilidad siguen metiendo su familia en una casa al filo del peligro, encima de un río o una ladera, y que han sido, más que advertidos, del altísimo riesgo, según lo ha reiterado la C.N.E.
Y, por último, pero quizá el más importante: la ineficiencia municipal al no parar obras que se estén levantando ¡en sus propias narices! Quienes practican, como deporte, estas “mañas” son bien conocidos por todos en el pueblo, así que no hay pretexto para las “autoridades” salgan con un: “…se hizo lo que se pudo”. ¡A otros con ese cuento!
Esto de “las llenas” significan un platal de cada año, despilfarrado, pues no se invierte y “los mismos” haciendo su agosto en octubre y aunque reconocemos que sí hay familias honradas, que son muchas y necesitan apoyo estatal, lo del gastadero con los que no les pertenece hay que pararlo de una buena vez. Es hora de poner orden en todo esto, con un estricto control de dineros y de “algunos”, quiénes “se montan” para estirar la mano, cada año.
Quizá ello no sea lo popular que para algunos políticos resulta el regalar, malgastar, la plata ajena; la de todos los costarricenses pero hay que hacerlo.
¡La Contralora General de la República tiene la palabra!