Viernes, 12 Junio 2009 18:00

¡Apostar por el conocimiento!...

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Si hay un aspecto en el que una gran mayoría de personas coincide, es que estamos inmersos en una trascendental era del conocimiento, es decir, entre mejor informados estemos, entre mejor podamos ser analíticos de nuestro entorno, entre más tomemos posiciones reflexivas ante las problemáticas que se nos presenten, mejor preparados estaremos para enfrentar, exitosamente, esta competitiva sociedad.


Lo lamentable, y hasta irónico, es que a sabiendas de la necesidad de que las personas estén cada día más preparadas, ¿cuántas de ellas prefieren seguir estando dentro de una caverna de mediocridad, apatía e ignorancia?, ¿cuántas realmente se están preocupando por lograr estándares eficaces de conocimiento?, ¿cuántas desean salir, a conciencia, de la ceguera intelectual para ser protagonistas de esta era del conocimiento?...

Y lo más sorprende es cuando este hecho afecta al ámbito educativo, es decir, cuando encontramos alumnos que desperdician esa gran oportunidad de estudio que poseen al no poner empeño en sus labores académicas, cuando se conforman con una nota mínima, cuando su aporte al aprendizaje en clase es mínimo o cuando se nota que el estudiar es más una tortura que una satisfacción.

Porque uno perfectamente se podría preguntar ¿si esos trabajadores a quienes hoy les molesta tanto plasmar un trabajo efectivo, no habrán tenido, precisamente, ese comportamiento mientras eran estudiantes?…

Por eso, en esta época de la información y el conocimiento, no se justifica que las personas, por apatía intelectual, no hayan comprendido a cabalidad, o no lo quieran hacer, que instruirse, conocer, opinar y reflexionar son habilidades fundamentales en la formación de una sociedad más democrática y sana.
Por ejemplo, ahora que se acerca otra elección presidencial, una ciudadanía pensante, que evalúa, que conoce…, perfectamente está en mejor condición de evaluar los argumentos de quienes desean dirigir al país para determinar quién es la persona más idónea.

Por el contrario, quien se aleje del conocimiento, será más fácilmente vulnerable a la manipulación, los discursos emotivos, las trilladas promesas de campaña o las falacias que pudieran aflorar.
Pero, ¿cuántas personas, realmente, le dedican tiempo al fomento del conocimiento?...

Y no hablo de estar exclusivamente inmersos en un ámbito educativo, sino de ejercer un proceso analítico mediante la lectura de textos que nos dejen una reflexión o enseñanza, la observación de programas de televisión que fomenten valores y un sentido crítico, o la escucha de programas de radio que promuevan una inteligente y sana información, todo ello para alcanzar una adecuada toma de criterio y de autorregulación.

De lo que se trata no es de convertirnos en eruditos, sino de tener la habilidad de sustentar racionalmente nuestras opiniones, de ser proposititos, no conformarnos con lo menos, de mantener una conversación inteligente o de relacionarnos con quienes nos hagan crecer intelectualmente, para incorporarnos, exitosamente, en esta sociedad del conocimiento.

A todas luces, el fomentar la participación activa de la mente,  el solidificar el desarrollo del aprendizaje, la creatividad y el análisis, el apostar por el conocimiento, es solidificar el presente de nuestras acciones y garantizar el conocimiento futuro de las nuevas generaciones, en la búsqueda de un mundo más justo, preparado, inteligente, analítico y humanista.