Sábado, 19 Junio 2010 06:16

No dejemos que Costa Rica se nos enmonte.

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No dejemos que Costa Rica se nos enmonte.
Ayudemos todos a que su belleza vuelva a relucir.
Saquemos de raíz esas malas hierbas que han empezado a cubrirla.
Acabemos de una sola vez con  esa plaga de bichos que se quieren comer todo.
No dejemos que Costa Rica se nos enmonte.
Cambiemos esas cercas rotas por donde se nos está metiendo la corrupción,
Y sembremos bastantes árboles para que la libertad siempre nos pueda dar su sombra.
No dejemos que Costa Rica se nos enmonte.
Abonemos su tierra con honradez y perseverancia y usemos solo semilla de primera calidad.
Cuidemos que sus fuentes de agua no se contaminen por culpa nuestra,
o por el desbordamiento de ese caudaloso río llamado ambición, que arrastra todo a su paso.
No dejemos que Costa Rica se nos enmonte.
Hay que podar lo que no esté bien,
remover la tierra para estar seguros de que no tenga gusanos escondidos,
echar cal viva a lo que esté podrido y quemar lo que haya que quemar.
Escojamos una buena pintura, la mejor, y démosle un par de manos a nuestra desteñida democracia.
Arreglemos el portón de entrada que está roto, para evitar que entre todo el que le dé la gana y revisemos nuestras leyes, que no sean de plasticina para algunos y de acero para otros.
No dejemos que Costa rica se nos enmonte.
Ahora más que nunca necesita nuestro cariño y nuestro esfuerzo.
Sembremos de nuevo el respeto que se haya secado y trabajemos fuerte para volver a levantar los puentes de esperanza que se hayan caído.
Y ojalá que pronto, sobre la tapia entejada, que siempre rodea nuestros corazones, broten de nuevo las guarias moradas para que adornen con su esplendor el destino de nuestra querida Patria.
¡No dejemos nunca que Costa Rica se nos enmonte!
Reflexión patriótica del poeta costumbrista Jorge Jiménez Guardia, tomado de su libro Palabras al Viento.
No dejemos que Costa Rica se nos enmonte.
Ayudemos todos a que su belleza vuelva a relucir.
Saquemos de raíz esas malas hierbas que han empezado a cubrirla.
Acabemos de una sola vez con  esa plaga de bichos que se quieren comer todo.
No dejemos que Costa Rica se nos enmonte.
Cambiemos esas cercas rotas por donde se nos está metiendo la corrupción,
Y sembremos bastantes árboles para que la libertad siempre nos pueda dar su sombra.
No dejemos que Costa Rica se nos enmonte.
Abonemos su tierra con honradez y perseverancia y usemos solo semilla de primera calidad.
Cuidemos que sus fuentes de agua no se contaminen por culpa nuestra,
o por el desbordamiento de ese caudaloso río llamado ambición, que arrastra todo a su paso.
No dejemos que Costa Rica se nos enmonte.
Hay que podar lo que no esté bien,
remover la tierra para estar seguros de que no tenga gusanos escondidos,
echar cal viva a lo que esté podrido y quemar lo que haya que quemar.
Escojamos una buena pintura, la mejor, y démosle un par de manos a nuestra desteñida democracia.
Arreglemos el portón de entrada que está roto, para evitar que entre todo el que le dé la gana y revisemos nuestras leyes, que no sean de plasticina para algunos y de acero para otros.
No dejemos que Costa rica se nos enmonte.
Ahora más que nunca necesita nuestro cariño y nuestro esfuerzo.
Sembremos de nuevo el respeto que se haya secado y trabajemos fuerte para volver a levantar los puentes de esperanza que se hayan caído.
Y ojalá que pronto, sobre la tapia entejada, que siempre rodea nuestros corazones, broten de nuevo las guarias moradas para que adornen con su esplendor el destino de nuestra querida Patria.
¡No dejemos nunca que Costa Rica se nos enmonte!
Reflexión patriótica del poeta costumbrista Jorge Jiménez Guardia, tomado de su libro Palabras al Viento.
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