El mismísimo día que cumplió cien años el cantón de Pococí, se le dio cristiana sepultura a una de las más importantes leyendas que ha tenido la radio en la provincia de Limón.
Miguel Ángel Jiménez Céspedes, a quien le llamaban Miguelón con cariño y con respeto, fue recibido por la Madre Tierra mientras los niños y los jóvenes de Pococí tocaban en sus bandas, desfilaban y cantaban himnos patrios en la celebración del centenario del cantón.
Miguelón será recordado por todos como el más importante locutor de la historia del cantón de Pococí
Tanto Radio Pococí como la vieja Radio Guápiles, llamada ahora Radio Nueva, ambas afiliadas de la Cámara Nacional de Radio, tienen la huella imborrable del trabajo maravilloso que realizó Miguelón Jiménez durante muchas décadas.
Aunque se ganaba los frijoles desde una pequeña clínica veterinaria combinada con ferretería, donde trabajó por muchos años, por décadas fue el locutor más famoso, más versátil, más serio y más influyente del pueblo.
En aquellos años, a Guápiles sólo se iba por tren, en un viaje de seis a ocho horas, o en un viejo avión destartalado que era conocido como “El Picapiedra”. En ese tiempo, Miguelón era fundamental para los pueblos, pues avisaba cuándo iba el médico, cuándo llegaba la señora recién mejorada o recién parida, cómo hacer para traer los chanchos o los novillos el día que llegaba el comerciante o cuándo iba el padre, el cura, para bautizar o casar a la gente.
Don Miguelón También tenía programas de entrevistas, y hasta tenía la osadía de transmitir por radio visitas de políticos o corridas de toros. Era un narrador imaginativo y locuaz.
Su nombre está presente en luchas tan importantes para Pococí como la apertura de la ruta 32, la carretera que permite que Guápiles ya no esté a seis u ocho horas, sino solamente a una hora de San José.
Que su alma colorida y su espíritu aventurero viva en la historia de Guápiles y de Pococí por siempre. Don Miguelón, este modesto estudiante, este discípulo suyo, le manda a decir, simplemente, muchas gracias, que Dios le pague por todo.
Colaboración del periodista Camilo Rodríguez Chaverri
El mismísimo día que cumplió cien años el cantón de Pococí, se le dio cristiana sepultura a una de las más importantes leyendas que ha tenido la radio en la provincia de Limón.
Miguel Ángel Jiménez Céspedes, a quien le llamaban Miguelón con cariño y con respeto, fue recibido por la Madre Tierra mientras los niños y los jóvenes de Pococí tocaban en sus bandas, desfilaban y cantaban himnos patrios en la celebración del centenario del cantón.
Miguelón será recordado por todos como el más importante locutor de la historia del cantón de Pococí
Tanto Radio Pococí como la vieja Radio Guápiles, llamada ahora Radio Nueva, ambas afiliadas de la Cámara Nacional de Radio, tienen la huella imborrable del trabajo maravilloso que realizó Miguelón Jiménez durante muchas décadas.
Aunque se ganaba los frijoles desde una pequeña clínica veterinaria combinada con ferretería, donde trabajó por muchos años, por décadas fue el locutor más famoso, más versátil, más serio y más influyente del pueblo.
En aquellos años, a Guápiles sólo se iba por tren, en un viaje de seis a ocho horas, o en un viejo avión destartalado que era conocido como “El Picapiedra”. En ese tiempo, Miguelón era fundamental para los pueblos, pues avisaba cuándo iba el médico, cuándo llegaba la señora recién mejorada o recién parida, cómo hacer para traer los chanchos o los novillos el día que llegaba el comerciante o cuándo iba el padre, el cura, para bautizar o casar a la gente.
Don Miguelón También tenía programas de entrevistas, y hasta tenía la osadía de transmitir por radio visitas de políticos o corridas de toros. Era un narrador imaginativo y locuaz.
Su nombre está presente en luchas tan importantes para Pococí como la apertura de la ruta 32, la carretera que permite que Guápiles ya no esté a seis u ocho horas, sino solamente a una hora de San José.
Que su alma colorida y su espíritu aventurero viva en la historia de Guápiles y de Pococí por siempre. Don Miguelón, este modesto estudiante, este discípulo suyo, le manda a decir, simplemente, muchas gracias, que Dios le pague por todo.
Colaboración del periodista Camilo Rodríguez Chaverri