Hoy continuamos comentando sobre la migración de las aves, un fenómeno que desde la antigüedad ha asombrado al ser humano.
Las aves son maestras de la navegación. Para poder llegar a su destino deben de conocer la dirección en la que deben volar, o sea, deben orientarse, y además ser capaces de reconocer el sitio final.
Para hacerlo, utilizan básicamente la guía de las estrellas y el sol. Algunas especies se ayudan también por los sentidos del olfato, el oído y la vista.
Se estima que por Costa Rica pasan unos 5.000 millones de aves migratorias que emprenden vuelo desde la región boreal y templada hasta las regiones tropicales.
Esta aves permanecen en los trópicos aproximadamente 6 meses para regresar de nuevo al norte durante la época reproductiva.
¿Cómo es que un fenómeno tan impresionante pasa desapercibido en nuestro país? La respuesta es sencilla: prácticamente todas las especies de aves que pasan por Costa Rica lo hacen de noche.
Pero hay una especie que lo hace de día: el Gavilán.
Los gavilanes siguen rutas de migración fijas que solo varían si las condiciones climáticas son adversas.
En su viaje hacia el sur, los gavilanes pasan por Costa Rica durante aproximadamente un mes y medio, en octubre y parte de noviembre.
Se estima que pasan un total de 2.500.000 de gavilanes durante este período de tiempo.
Los gavilanes no viajan sobre extensiones de agua y, por lo tanto, el istmo centroamericano funciona como una especie de embudo por el que pasan todos los gavilanes que salieron de distintos puntos del extenso territorio norte.
Se imaginan ese encuentro?
“Hola Primo tanto tiempo. Qué has hecho?”
Los gavilanes dejan sus territorios reproductivos en el hemisferio norte y no vuelven a alimentarse hasta que llegan a su destino. Antes de emprender el viaje han aumentado de peso y acumulado las reservas necesarias que les permitirá viajar de día y descansar de noche.
Los gavilanes realizan muy poco vuelo activo durante la migración, o sea, baten alas lo menos posible para ahorrar recursos energéticos.
Buscan las primeras columnas de aire caliente del día, conocidas como termales, y las aprovechan para ganar altura con sus alas extendidas.
Una vez que logran elevarse se deslizan y trasladan horizontalmente a través de largas "autopistas termales". Cuando pierden altura vuelven a buscar otras termales para elevarse de nuevo.
Recopilación por María Emilia Chaves de Asociación Ornitológica de Costa Rica y publicado en el sitio en Internet de la Fundación CIENTEC: www.cientec.org
Hoy continuamos comentando sobre la migración de las aves, un fenómeno que desde la antigüedad ha asombrado al ser humano.
Las aves son maestras de la navegación. Para poder llegar a su destino deben de conocer la dirección en la que deben volar, o sea, deben orientarse, y además ser capaces de reconocer el sitio final.
Para hacerlo, utilizan básicamente la guía de las estrellas y el sol. Algunas especies se ayudan también por los sentidos del olfato, el oído y la vista.
Se estima que por Costa Rica pasan unos 5.000 millones de aves migratorias que emprenden vuelo desde la región boreal y templada hasta las regiones tropicales.
Esta aves permanecen en los trópicos aproximadamente 6 meses para regresar de nuevo al norte durante la época reproductiva.
¿Cómo es que un fenómeno tan impresionante pasa desapercibido en nuestro país? La respuesta es sencilla: prácticamente todas las especies de aves que pasan por Costa Rica lo hacen de noche.
Pero hay una especie que lo hace de día: el Gavilán.
Los gavilanes siguen rutas de migración fijas que solo varían si las condiciones climáticas son adversas.
En su viaje hacia el sur, los gavilanes pasan por Costa Rica durante aproximadamente un mes y medio, en octubre y parte de noviembre.
Se estima que pasan un total de 2.500.000 de gavilanes durante este período de tiempo.
Los gavilanes no viajan sobre extensiones de agua y, por lo tanto, el istmo centroamericano funciona como una especie de embudo por el que pasan todos los gavilanes que salieron de distintos puntos del extenso territorio norte.
Se imaginan ese encuentro?
“Hola Primo tanto tiempo. Qué has hecho?”
Los gavilanes dejan sus territorios reproductivos en el hemisferio norte y no vuelven a alimentarse hasta que llegan a su destino. Antes de emprender el viaje han aumentado de peso y acumulado las reservas necesarias que les permitirá viajar de día y descansar de noche.
Los gavilanes realizan muy poco vuelo activo durante la migración, o sea, baten alas lo menos posible para ahorrar recursos energéticos.
Buscan las primeras columnas de aire caliente del día, conocidas como termales, y las aprovechan para ganar altura con sus alas extendidas.
Una vez que logran elevarse se deslizan y trasladan horizontalmente a través de largas "autopistas termales". Cuando pierden altura vuelven a buscar otras termales para elevarse de nuevo.
Recopilación por María Emilia Chaves de Asociación Ornitológica de Costa Rica y publicado en el sitio en Internet de la Fundación CIENTEC: www.cientec.org