Jueves, 02 Mayo 2013 05:32

Mayo, un més mágico

El quinto mes del año es por mucho uno de los más hermosos del calendario, al decir de nuestros campesinos, el 15 de mayo marca el inicio del periodo de las lluvias y ese emblemático día se conmemora a San Isidro Labrador, patrono de los agricultores, hombres y mujeres que extraen los frutos de la tierra.

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                Mayo florido mes de los lirios… tarareábamos de niños en las jornadas escolares, de camino a la escuela recogíamos flores que depositábamos fervorosos en los altares consagrados a la Virgen María.

                El Día del Trabajador marca el inicio de 31 días donde la tierra se dispone para engendrar, es como si estuviera ovulando a la espera de la siembra de árboles,  flores, frutas, verduras o legumbres, dadoras de vida y esperanza.

                Los pájaros despliegan sus mejores cantos en esta época, el yiguirro, ave nacional de discreto color, pero de hermoso canto preparó su nido en los lugares más impensados, desde el árbol cercano a la casa, en el alero de algún techo vecino o en la maceta que adorna el corredor de la casona de campo, cada vez más escaza y por lo tanto más emblemática de una Costa Rica que se aleja.

                Mayo es el tiempo idóneo para la siembra de árboles que en unos años nos darán sus frutos,  flores o su sombra, nada más agradecido que una planta cuidada con esmero, nada mejor para perpetuar nuestro paso peregrino, que las ramas que tienden sus imaginarias manos hacia la inmensidad de lo infinito.

                Las primeras lluvias poco a poco desplazan la alfombra seca y desteñida por el verano y la pinta de ese verde incandescente que cautiva, especialmente al viajero llegado de otras latitudes, quien no se sacia de contemplar la frescura de nuestro paisaje.

                Mayo es un mes mágico preñado de vida y esperanza, si absortos en su hermosura, tan solo fuéramos capaces de plantar el don de la bondad,  todo se transformaría como por arte de magia, tendríamos mejores hermanos,  vecinos, compañeros, brotaría el amor en el que convergen todas las creencias diseminadas, por gurúes, santos o profetas.

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