Miércoles, 13 Noviembre 2013 07:06

Manejo del Idioma: Redundancias

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Continuamos con la sección en defensa del español, a cargo de nuestro comentarista, el filólogo Carlos Díaz Chavarría.

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Hoy haremos mención a la redundancia, la cual, según lo explica nuestro especialista, consiste en hablar o escribir palabras innecesarias por estar implicadas en el significado de otras. Esto se da por falta de rigor, pereza o descuido, con lo cual se pierden dos virtudes básicas en una comunicación eficaz, que son la precisión y la brevedad.
Por eso, aunque las redundancias al ser identificadas pueden provocar gracia, siempre le hace perder credibilidad a quien se está comunicando.
Un ejemplo común es decir “completamente gratis” en vez de solo expresar “gratis”, pues no existe diferencia técnica entre las dos frases, aquí lo redundante lo que hace es repetir un aspecto que ya se sabe.
Otro ejemplo es expresar “absolutamente lleno” pues no puede estarse “lleno” de modo parcial. También se redunda al expresar “error no intencional” ya que los errores, por definición, nunca son intencionales.
Tampoco está correcto decir “constelación de estrellas”, ya que todas las constelaciones son de estrellas. O decir “un saludo de bienvenida” ya que todos los saludos son de bienvenida. También es redundante expresar que una persona se “recupera favorablemente” pues la recuperación es en sí positiva.
Otras redundancias comunes son: “lapso de tiempo”, “hoy en día”, “conclusiones finales”, “mi opinión personal”, “prever con antelación”, “resumir brevemente” o “volver a insistir”.
Es importante recordar, como lo expresa Carlos Díaz, que la Real Academia ha aceptado las redundancias “subir arriba”, “bajar abajo”, “entrar adentro” y “salir afuera”, pero lo hizo por su uso, por lo cual es pertinente en el contexto informal mas no en el formal.
Por eso, en comunicaciones formales por respeto al tiempo y a la inteligencia del receptor las ideas se deben transmitir de la forma más concreta y clara
Hasta aquí nuestra sección en defensa del idioma. Nuestro agradecimiento al filólogo Carlos Díaz Chavarría.