Lunes, 14 Marzo 2011 05:16

Doña Amable no tiene quien le escriba

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Como el personaje principal de la novela “El coronel no tiene quien le escriba”, de Gabriel García Márquez, doña Amable Trejos Fernández tiene 60 años de estar esperando una pensión de guerra.
Ella participó en la guerra civil del 48, a cargo de Don Pepe Figueres, y quedó casi sorda porque le explotó una bomba muy cerca, y le quedaron esquirlas o pedazos de los materiales de esa arma en la cabeza.
Viajaba de la Escuela Jesús Jiménez al Colegio San Luis Gonzaga, llevando comida y mensajes, y en una de esas ocasiones, una granada explotó muy cerca y le provocó una lesión en la cara.
Era una muchacha de 17 años cuando se dieron los hechos históricos del 48. Nunca pudo volver a vivir tranquila por culpa de las secuelas que le trajo aquella lesión. Padece de fuertes dolores de cabeza y quedó impedida del oído izquierdo.
Desde entonces, ha esperado por una respuesta del Estado. Entre lo que atesora en una bolsa donde están los elementos de su defensa, hay una carta de Don Pepe Figueres; una carta del Padre Benjamín Núñez, capitán del Ejército de Liberación Nacional, y  del combatiente Bruce Masís.
En las cartas que anda para arriba y para abajo, mendigando por su pensión, están los testimonios de figuras principales de aquella disputa armada.
Durante muchos años, doña amable ha peleado para que se haga justicia en su casa. Desde que terminó la guerra, vivió en diferentes casas donde ayudaba en los quehaceres domésticos.  Se casó y convivió con su esposo hasta la edad de 40 años, cuando quedó viuda.
Tuvo seis hijos y los terminó de criar trabajando en casas y lavando ajeno, pero siempre con los problemas provocados por aquella granada.
Hoy, su casa está en pésimas condiciones. Según un estudio realizado por el arquitecto Esteban Herrera Gurdián, la casa donde habita doña Amable, “presenta serias fallas estructurales que se han ido acrecentando a raíz de que se ubica en un terreno inestable”.
Doña Amable sigue peleando por sus derechos, y espera que algun dia llegue su pensión.
Su historia hace que la realidad venza a la fantasía. Pues, como aquel coronel que se vestía elegante todas las semanas para esperar a que llegara el cartero al pueblo, esta mujer de 78 abriles espera que la pensioncita llegue primero que la muerte.
Colaboracion del periodista Camilo Rodríguez Chaverri
Como el personaje principal de la novela “El coronel no tiene quien le escriba”, de Gabriel García Márquez, doña Amable Trejos Fernández tiene 60 años de estar esperando una pensión de guerra.
Ella participó en la guerra civil del 48, a cargo de Don Pepe Figueres, y quedó casi sorda porque le explotó una bomba muy cerca, y le quedaron esquirlas o pedazos de los materiales de esa arma en la cabeza.
Viajaba de la Escuela Jesús Jiménez al Colegio San Luis Gonzaga, llevando comida y mensajes, y en una de esas ocasiones, una granada explotó muy cerca y le provocó una lesión en la cara.
Era una muchacha de 17 años cuando se dieron los hechos históricos del 48. Nunca pudo volver a vivir tranquila por culpa de las secuelas que le trajo aquella lesión. Padece de fuertes dolores de cabeza y quedó impedida del oído izquierdo.
Desde entonces, ha esperado por una respuesta del Estado. Entre lo que atesora en una bolsa donde están los elementos de su defensa, hay una carta de Don Pepe Figueres; una carta del Padre Benjamín Núñez, capitán del Ejército de Liberación Nacional, y  del combatiente Bruce Masís.
En las cartas que anda para arriba y para abajo, mendigando por su pensión, están los testimonios de figuras principales de aquella disputa armada.
Durante muchos años, doña amable ha peleado para que se haga justicia en su casa. Desde que terminó la guerra, vivió en diferentes casas donde ayudaba en los quehaceres domésticos.  Se casó y convivió con su esposo hasta la edad de 40 años, cuando quedó viuda.
Tuvo seis hijos y los terminó de criar trabajando en casas y lavando ajeno, pero siempre con los problemas provocados por aquella granada.
Hoy, su casa está en pésimas condiciones. Según un estudio realizado por el arquitecto Esteban Herrera Gurdián, la casa donde habita doña Amable, “presenta serias fallas estructurales que se han ido acrecentando a raíz de que se ubica en un terreno inestable”.
Doña Amable sigue peleando por sus derechos, y espera que algun dia llegue su pensión.
Su historia hace que la realidad venza a la fantasía. Pues, como aquel coronel que se vestía elegante todas las semanas para esperar a que llegara el cartero al pueblo, esta mujer de 78 abriles espera que la pensioncita llegue primero que la muerte.
Colaboracion del periodista Camilo Rodríguez Chaverri