Martes, 30 Septiembre 2014 06:56

Billo Zeledón

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Billo Zeledón fue el autor de nuestro Himno Nacional, el mismo que usted escucha todas las mañanas y que canta con nosotros aquí en Panorama.
Su nombre completo era José María Zeledón, nació en 1877 y desde sus 20 años, fue un activista y un idealista con participación pública. Su conciencia social se forjó en las pobrezas que vivió, porque sus padres murieron cuando era un niño y lo criaron unas tías quienes vivieron penurias y una crisis económica.

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Hizo sus primeras armas en el periodismo a los 13 años, cuando empezó a editar un volante que se llamó El Chilillo. De 1902 a 1915 dirigió la revista Pandemonium y en 1914 el periódico La Linterna
Don Luis Dobles Segreda dijo sobre don Billo, “dijo cuanto creyó y creyó cuanto dijo”. Por ejemplo, no tuvo luna de miel, porque cuando se casó, a los 22 años de edad, lo encarcelaron por una publicación contra el gobierno de Rafael Yglesias.
Su vida y accionar se relacionan con gigantes de nuestra historia. Por ejemplo, fundó con Omar Dengo el Centro Germinal, que es un antecedente a los partidos con profundo interés por lo social. Junto a Joaquín García Monge llevó adelante la impresión de libros con precios accesibles a través de la Librería Lectura Barata.
Durante el gobierno de su amigo Alfredo González Flores, fue director de la Imprenta Nacional, y en los años 20, fue secretario general del Partido Reformista, cuyo candidato fue el ex sacerdote Jorge Volio.
Don Billo fue diputado en 1920, después de la dictadura de los Tinoco, con el partido Constitucional, que llevó a la presidencia a don Julio Acosta. En ese período, fue quien llevó adelante el proyecto de ley para declarar nulos y sin valor legal todos los actos y contratos ejecutados por el régimen de los Tinoco.
Junto a eso, en 1924, apoya la creación del Banco Nacional de Seguros, germen del actual Instituto Nacional de Seguros, y nombran a don Billo como director en la primera junta directiva de la historia de esta institución. También fue diputado constituyente, en 1949, ya cuando era un hombre mayor y enfermo.
Se le recuerda por frases muy valiosas como esta, “hay cargas preciosas como las de los ideales, que sólo pueden perderse cuando se pierde la vida”. O como esta otra, “la piedad es amorosa, la misericordia es encantadora, pero es más noble y más fecunda es la justicia”.
Colaboración del periodista Camilo Rodríguez Chaverri

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