Domingo, 28 Julio 2002 18:00

Un reactor nuclear natural

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Ocurrió hace treinta años y dos meses; el profesor Buogzigues inspeccionaba una partida del mineral radiactivo Uranio, que acababa de llegar a la planta de Pierrelatte para ser convertido en combustible nuclear. De pronto, una partida de Uranio mostró una proporción anormal del isótopo radiactivo Uranio 235, que queda como residuo de una reacción nuclear. Al principio se pensó que algo de combustible nuclear usado se había filtrado al material virgen, pero se descartó. La siguiente hipótesis fue mas inquietante: Que eran desechos nucleares dejados por una nave extraterrestre, O que eran residuos de un reactor nuclear de alguna misteriosa civilización La verdad resultó ser menos espectacular, pero mas interesante. El Uranio enriquecido venía de una mina de Uranio situada en Gabón, África sur occidental, llamada OKLO. Y al investigarla, los físicos nucleares franceses encontraron que allí, hace unos dos mil millones de años, existieron y funcionaron, al menos, trece reactores nucleares naturales. En Oklo, bajo particulares circunstancias, el mineral de uranio se concentró en cantidad suficiente para empezar una lenta reacción en cadena, lo que hoy conocemos como fisión nuclear. A pesar que la tierra húmeda circundante controló esa reacción, el calor producido fue suficiente para que, dos mil millones de años mas tarde, los sitios fueran claramente visibles al ojo experto. Hoy se sabe que los reactores nucleares naturales de Oklo funcionaron de diez a cien años, y deben haber calentado el área de una manzana alrededor de unos doscientos cincuenta grados. Lo triste del caso es que los únicos reactores nucleares hechos por mamá naturaleza en este planeta fueron destruidos para aprovechar el uranio, y hoy solo queda un pedazo de uno de ellos, Y para colmo, fue tapiado con concreto, porque se estaba derrumbando en el hueco de la mina. Solo se conservan unos pedazos del núcleo de Uranio fundido en un museo de Francia.