Martes, 08 Octubre 2002 18:00

Los Loaiza de Orosi

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Un Loaiza la construyó, y otro la vio desaparecer. Víctor Araya Loaiza, funcionario del Instituto Tecnológico, y nieto del antiguo propietario de esa finca, nunca olvidará cuando un alud sepultó a siete personas y cerca de 13 viviendas, en el Alto de Loaiza el pasado 31 de agosto. A pesar de que su casa fue destruida totalmente, sin dudarlo por un segundo, dice que lo que más lamenta es la pérdida de vidas humanas, entre ellas tres familiares cercanos. Alto Loaiza, terreno que perteneció a su abuelo materno, lleva ese nombre precisamente por esta razón. Para él, una de las causas de este desastre fue la apertura del cerro para hacer trabajos pluviales. “Aquí se movió tierra, se dinamitó y abrieron trochas. Cerca pasa una quebrada que era de cinco metros de ancho y quedó de 300 metros. Estas eran montañas vírgenes”. Eran aproximadamente las dos de la madrugada del 31 de agosto. Llovía en forma torrencial y, como todos los días, una persona se encargaba de vigilar el cerro. “Oímos un bombazo, sonaba como si vinieran reventando dinamita, fue en cuestión de segundos. “Yo lo único que hice fue tomar a mi sobrina de dos años y salir. De camino se oían niños gritando y señoras. Yo vi a Isabel, una de las desaparecidas, con sus hijos en el portón de la casa y se le gritaba “corra, corra”. La otra señora desaparecida venía saliendo de la casa con una de sus gemelas y como había quedado la otra, fue a buscarla”. Las casas se hundieron. Yo pude verlo y más o menos sabía dónde estaban las viviendas. Días después pudimos encontrar en ese mismo lugar, partes de mi casa”. La semana pasada, mas de cincuenta familias evacuadas fueron autorizadas a volver a sus casas. Aunque el semanario Tico Times informó de que dos pensionados estadounidenses, expertos en prevención de desastres naturales, advertían del peligro para esas personas, pues aún existe el riesgo de deslizamientos en el área. Fuente: Boletín electrónico del TEC