Miércoles, 28 Enero 2009 18:00

LA AUTOESTIMA

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La mayoría de las veces las personas no resaltamos las cosas buenas que hacemos nosotros mismos en la vida, y - más bien - esperamos que nuestras virtudes sean destacas por terceros. Pareciera que vivimos una cultura de valores externos, donde solamente hacemos caso a las críticas positivas que otros hacen sobre nuestras propias benevolencias. Si bien es importante el juicio de los demás, lo es todavía más el reconocimiento propio, pues es la antesala para la autoestima.

En este mundo complejo y lleno de contrariedades, admitir que somos valiosos representa el primer paso para saber que somos capaces de comportarnos con amor, respeto y tolerancia. Sentir amor por los demás, es importante, pero sentir amor hacia nosotros mismos es fundamental para garantizar nuestra supervivencia en este mundo de tantas contrariedades, pero hermoso.

Si nosotros no somos capaces de sentir amor hacia nosotros mismos, jamás lo seremos para expresarlo hacia quienes nos rodean. El amor es un concepto amplio, tenemos que dar amor, ciertamente, pero darnos ese mismo amor a nosotros mismos nos hace mucho más susceptibles y  más humanos.

Es por ello, que el primer paso hacia un mundo mejor está en amarnos a nosotros mismos, pues en la vida práctica significa darnos una oportunidad para ser felices,  y nuestra felicidad significa intentar ser cada día mejores; mejores padres, mejores hijos, mejores vecinos, mejores trabajadores, mejores estudiantes, mejores compañeros.  Y lo mejor aún, es intentarlo mientras disfrutamos de la vida, comportándonos con honestidad, respeto,  decencia y rectitud.

Cuando las personas no sienten amor por ellas mismas, cuando no se guardan respeto y consideración, entonces quedan atrapadas en la depresión, llegando incluso al  extremo de perder el control sobre sus vidas. Se sienten personas fracasadas, sin ningún tipo de proyección, es decir, personas que no han encontrado la verdadera razón de la vida, que no han descubierto su importancia como seres humanos dentro de la complejidad del mundo.

He ahí una razón para cambiar las cosas. Todos estamos llamados a cambiar  aquello que nos afecta negativamente en el ánimo, que nos deprime, y nos conduce hacia el camino de la desesperanza y de la muerte. Igualmente, estamos llamados a ser solidarios con los demás, hacer ver a cada persona a nuestro alrededor que ella es importante, que está en este mundo por una decisión Divina, que no es un número, sino la manifestación  de Dios, con todo su poder y amor infinitos.