Miércoles, 05 Junio 2002 18:00

El Arzobispo de los lustrabotas

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Un día un obispo se quitó sus ornamentos, se puso un overol y sobrero de lona, y con un machete en la mano se fue a pedir chamba en una finca. Al rato, el mandador llegó a la casa del dueño de la finca para hablarle de la buena impresión que le causaba el nuevo peón. Y en eso, de una habitación, salió, de nuevo vestido de obispo, Monseñor Sanabria. El próximo ocho de junio se cumplen cincuenta años de la prematura muerte de Víctor Manuel Sanabria Martínez, Arzobispo de Costa Rica. Fue uno de los personajes más importantes de nuestra historia durante la primera mitad del siglo veinte. Gracias a su visión, Costa Rica dejó de ser un país en donde los pobres no llegaban a los cuarenta años, y donde la mayoría de los ticos andaban descalzos y sin dientes. Su fortaleza moral lo llevó a aliarse al proyecto del presidente Calderón Guardia, y su pensamiento influyó sobre Manuel Mora, jefe del partido comunista, para que apoyara las garantías sociales y el código del trabajo, Pero no solo luchó por hacer realidad el salario mínimo, la jornada laboral, el derecho a la maternidad y a las vacaciones. Cuando, al finalizar la guerra civil, se creía que todo eso estaba perdido, puso frente a frente a los hombres irreconciliables para que se salvara el futuro desarrollo social de Costa Rica. Después de la contienda, se dedicó al terreno que había descuidado, la educación. Y en sus últimos cuatro años, creó la educación técnica, Radio Fides y el Eco Católico, impulsó el cooperativismo, fundó la central sindical Rerum Novarum, fue historiador, genealogista, dirigente del club sport cartaginés y además tenia un excelente sentido del humor. Hombre visionario, Sanabria luchó por terminar con las desigualdades, y porque su iglesia recordara siempre su compromiso con los pobres y oprimidos. Este sábado ocho de junio se cumplirán cincuenta años del fallecimiento de Víctor Manuel Sanabria, segundo Arzobispo de San José. Colaboración del periodista Camilo Rodríguez