Tiene 90 años y todavía anda en moto, maneja chapulín, cría tilapias, camina varios kilómetros casi todos los días y hasta hace sentadillas para conservarse en forma.
Es Don Manuel Quesada, quien casó de 19 años con Daysi Campos, quien murió hace 17 años.
Con solo 100 colones, compró 10 hectáreas, en Río Verde, en el distrito de Jiménez, camino a Puerto Limón, y Se puso a hacer finca en medio de la montaña estando de luna de miel.
Cuando compró la parcelita, doña Daysi decidió acompañarlo. Llegaron a la finca con el barro hasta la cintura, y su joven esposa nunca lo dejó solo.
Apenas fue a la escuela, pero es un ferviente defensor del idioma, por lo que siempre corrige a sus hijos y nietos cuando usan mal una palabra.
Entre las cosas que don Manuel tuvo que hacer, está la soldadura, tuvo un trapiche a vapor, su propio aserradero y una planta hidroeléctrica. Fue partero, y recibió a todos sus hijos.
Y estuvo en el 48, al lado de Don Pepe Figueres, quien fue su amigo.
Tiene agallas y mucho coraje. Por eso, ni se inmutó cuando una mordedura de serpiente acabó con uno de los dedos de su mano.
Ahora lo acompañan 6 hijos y 34 nietos, muchísimos bisnietos y una docena de tataranietos.
A sus 90 años, ni siquiera piensa en la muerte.
Los Quesada no se mueren nunca. Mis papás murieron cuando ya estaban aburridos de vivir. Si no, ahí estarían todavía.
En su pueblo todos lo llaman abuelo y lo quieren mucho.
Él ayudó a construir la iglesia y regaló toda la madera.
Fue una de los fundadores de la escuela, junto a su mamá, Doña Clemencia Castro, quien fue una de esas legendarias maestras de antes.
Eran otros tiempos; imagínese que donde ahora queda el parque del pueblo había un chiquero, cuenta Don Manuel o Don Manolo, el Super abuelo de Jiménez, quien guarda muchas maravillas de nuestra historia.