Viernes, 18 Mayo 2001 18:00

De paseo a San José

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Al bajarse del tren, en medio de un diluvio, José Ignacio solo vio un puñado de casas y un rótulo de madera con algo escrito Durante décadas, aquella plataforma fue su única ventana al mundo, donde dos veces por semana, aparecía un tren de carga y pasajeros Más allá, solo los interminables aguaceros y los bananales de la united, donde trabajaba su padre, La primera maestra apareció cuando ya había veintitrés casas en río Jiménez. Así fue como José Ignacio Meza Sandoval, ya de once años, pudo leer ese rotulo que lo había recibido al llegar: “Plataforma río Jiménez, Parismina branch” veinte años más tarde, otro niño, Marvin, no durmió en toda la noche, esperando que amanezca para que se cumpla lo que tanto desea, Es diciembre, y este año es su turno de acompañar a su madre a San José. Como son seis hermanos, y la mamá los lleva de dos en dos, hace tres años que Marvin espera su turno. A las seis, bañados en carrera, toma el tren local en la plataforma A las siete llegan a Siquirres y cambian al tren para San José. De merienda, un lujoso fresco de botella y galletas En Turrialba, la mamá compra más antojos de los niños. Y al rato, un solo aviso siembra la alarma en las caras negras y mulatas: “cierren las ventanas, porque en Cartago roban” Al caer la tarde llegan a la capital, cansados, pero sin novedad. Todo el viernes y sábado, los niños la pasan corriendo detrás de su madre por las tiendas del mercado, hay que escoger lo que la familia estrenará esta Navidad. Pero no importa cargar motetes, cruzar las calles corriendo ni esquivar a tanta gente. Cuando el domingo de mañana aborden el tren en la estación del Atlántico, Marvin Chana Holnes será el niño más feliz de la tierra O por lo menos, el niño más feliz del cantón de Guácimo, en todo el año mil novecientos sesenta y cinco.