En este mes de la Patria, en el que celebramos un aniversario más de nuestra Independencia, es una buena ocasión para comprender que el ser independiente es mucho más que entonar: ¡Salve, oh tierra gentil! ¡Salve, oh Madre de amor!, en el canto de nuestro Himno Nacional; más que sumergirse en faroles, banderas, marchas o tambores; o más que asistir a algún acto cívico.
Conmemorar la Independencia es, básicamente, el ejercicio de la capacidad de rememorar los momentos más significativos del pasado de nuestra sociedad mediante la conciencia de la fuerza de los aciertos y los errores pasados, pues así se pueden aprender lecciones y corregir rumbos.
Conmemorar nuestra vida independiente es transmitirles a las futuras generaciones, y a la población actual, una memoria común de fidelidad, orgullo y herencia por los principios de la libertad, justicia y soberanía que hagan de nuestra Patria una Nación más humana y generosa al asumir la independencia, verdaderamente, como ese símbolo de la nacionalidad y representación genuina de nuestra Patria.
Conmemorar este ciento ochenta y ocho aniversario de nuestra independencia, es reflexionar sobre el valor de la autodeterminación, el peligro de las luchas por intereses personalistas, la importancia de contar con un orden jurídico-social razonable y estable sobre el que se sustente el progreso de la Nación y hacer conciencia de que, ante las situaciones difíciles, hay que luchar con más unidad y fuerza para continuar siendo firmes en la sana construcción de Costa Rica.
Si queremos que nuestra Patria sea efectivamente democrática, pacífica y libre, debemos tener conciencia de que ella, día a día, demanda de nosotros un sincero compromiso cívico y moral por defender nuestro Estado de Derecho, por obligarnos a practicar la solidaridad y por desterrar los vicios que acechan a nuestro país con honradez, trabajo y justicia.
Debemos transformar esta conmemoración patriótica en un sentimiento por la verdadera democracia, la libertad, el respeto a los derechos humanos y una vida digna con paz y justicia para todas y todos los costarricenses; la cual, vaya más allá de una etapa cronológica para convertirse en una permanente fecha grabada en la historia de Costa Rica y en el corazón de sus hijos e hijas.
Expresaba el gran maestro del patriotismo, San Agustín, que “la Patria es la que nos engendra, nos nutre y nos educa”, bajo esta perspectiva, comprometámonos, pues, a conmemorar esta vida independiente por la gloria y la inmortalidad de nuestra Nación porque nuestra Patria ha sido forjada para que sus habitantes puedan espiritualizarse en ella; pero no será inmortal si, entre todos, no la hacemos servir efectivamente a la justicia y al bien común de la humanidad.
Que este mes de la Patria sirva, entonces, para que cada ciudadano se ponga a pensar si realmente sabe responder a ese compromiso que implica el ser independientes, pues solamente podemos sentirnos orgullosos de decir que nuestro país progresa en democracia, libertad y paz, cuando cada uno de nosotros, en el presente y en el futuro, seamos partícipes de los procesos de reconstrucción y engrandecimiento de nuestra Patria.
No perdamos esta oportunidad que poseemos de celebrar a lo grande este quince de septiembre a Costa Rica; no perdamos la oportunidad de honrarla cada día de nuestra existencia, ya que como decía el pensador Voltaire: ¡Cuán querida es de todos los corazones buenos, su Patria!