Dice el refrán que nadie es profeta en su propia tierra, ¡Aún más cierto cuando se es minoría en el Congreso! A un año de transcurrido el túnel oscuro en el que se sumió la Asamblea por el mal llamado plan de Solidaridad Tributaria, la historia nos da la razón. Mucho insistió el Movimiento Libertario en que antes de un paquetazo de impuestos debían primero de corregirse los vicios del sistema. Hace un año alzamos la voz, pero nuestras palabras llegaron a oídos sordos.
Dice el refrán que nadie es profeta en su propia tierra, ¡Aún más cierto cuando se es minoría en el Congreso! A un año de transcurrido el túnel oscuro en el que se sumió la Asamblea por el mal llamado plan de Solidaridad Tributaria, la historia nos da la razón. Mucho insistió el Movimiento Libertario en que antes de un paquetazo de impuestos debían primero de corregirse los vicios del sistema. Hace un año alzamos la voz, pero nuestras palabras llegaron a oídos sordos.
Mi libro sobre Sor María Romero, la santa de Costa Rica y Nicaragua
Sor María Romero debe ser un gran referente social y cultural de Costa Rica y Nicaragua. Es un ejemplo de integración entre los dos países. Nació en Granada, Nicaragua, en una familia con recursos económicos. Se formó como Hija de María Auxiliadora en El Salvador, y realizó una gran obra social y educativa en Costa Rica.
Su labor social fue fundamental para el desarrollo de una conciencia urbana sobre el problema suscitado por el crecimiento de los anillos de pobreza en San José.
Sor María Romero hizo un trabajo intenso con niños, niñas y adolescentes. También construyó casas para familias pobres, y tuvo una destacada labor como consejera de cientos de personas.
Sor María Romero generó un antes y un después en la obra salesiana en Costa Rica. Su obra fue fundamental en el ámbito social y en el ámbito espiritual. Son muchos los testimonios de su gran aporte en la vida de muchas personas, por su consejo y por su ejemplo de vida.
Creo en Sor María Romero. No siento en ningún otro lugar, la fuerza espiritual y la paz del alma que llegan a mí en la Casa de María Auxiliadora, epicentro de las obras sociales impulsadas por esta gran mujer nicaragüense y costarricense.
No me cabe duda que Sor María Romero debe ser la santa de Costa Rica y la santa de Nicaragua. Por eso, escribí un libro sobre ella, con testimonios tomados por expertos, autoridades de El Vaticano, entre la gente que la conoció y trabajó con ella.
Gracias a la lectura, la edición y la revisión de mi libro, no me cabe duda que Sor María Romero hizo y hace milagros. No dudo que su fe en el Sagrado Corazón de Jesús y en María Auxiliadora, a quienes llamaba “Mi Rey y mi Reina”, así como su gran obra por las personas pobres, le fueron granjeando una serie de dones sobrenaturales, que quedan patentes en los testimonios de este libro, que usted puede bajar, sin costo alguno, de la página donde tengo muchos libros, www.solidarismoenaccion.com.
El objetivo es llamar la atención de nuestros dos países, Costa Rica y Nicaragua, para que se estudie mejor la obra social de esta gran mujer y se propague la fe en ella.
Dios quiera que muchas personas más se acerquen a la Casa de María Auxiliadora, ayuden a las obras sociales legadas por Sor María Romero y encuentren paz en Jesús y María, presentes en este lugar que ha marcado mi vida, espero que para siempre.
Sor María Romero debe ser un gran referente social y cultural de Costa Rica y Nicaragua. Es un ejemplo de integración entre los dos países. Nació en Granada, Nicaragua, en una familia con recursos económicos. Se formó como Hija de María Auxiliadora en El Salvador, y realizó una gran obra social y educativa en Costa Rica.
Mi libro sobre Sor María Romero, la santa de Costa Rica y Nicaragua
Sor María Romero debe ser un gran referente social y cultural de Costa Rica y Nicaragua. Es un ejemplo de integración entre los dos países. Nació en Granada, Nicaragua, en una familia con recursos económicos. Se formó como Hija de María Auxiliadora en El Salvador, y realizó una gran obra social y educativa en Costa Rica.
Su labor social fue fundamental para el desarrollo de una conciencia urbana sobre el problema suscitado por el crecimiento de los anillos de pobreza en San José.
Sor María Romero hizo un trabajo intenso con niños, niñas y adolescentes. También construyó casas para familias pobres, y tuvo una destacada labor como consejera de cientos de personas.
Sor María Romero generó un antes y un después en la obra salesiana en Costa Rica. Su obra fue fundamental en el ámbito social y en el ámbito espiritual. Son muchos los testimonios de su gran aporte en la vida de muchas personas, por su consejo y por su ejemplo de vida.
Creo en Sor María Romero. No siento en ningún otro lugar, la fuerza espiritual y la paz del alma que llegan a mí en la Casa de María Auxiliadora, epicentro de las obras sociales impulsadas por esta gran mujer nicaragüense y costarricense.
No me cabe duda que Sor María Romero debe ser la santa de Costa Rica y la santa de Nicaragua. Por eso, escribí un libro sobre ella, con testimonios tomados por expertos, autoridades de El Vaticano, entre la gente que la conoció y trabajó con ella.
Gracias a la lectura, la edición y la revisión de mi libro, no me cabe duda que Sor María Romero hizo y hace milagros. No dudo que su fe en el Sagrado Corazón de Jesús y en María Auxiliadora, a quienes llamaba “Mi Rey y mi Reina”, así como su gran obra por las personas pobres, le fueron granjeando una serie de dones sobrenaturales, que quedan patentes en los testimonios de este libro, que usted puede bajar, sin costo alguno, de la página donde tengo muchos libros, www.solidarismoenaccion.com.
El objetivo es llamar la atención de nuestros dos países, Costa Rica y Nicaragua, para que se estudie mejor la obra social de esta gran mujer y se propague la fe en ella.
Dios quiera que muchas personas más se acerquen a la Casa de María Auxiliadora, ayuden a las obras sociales legadas por Sor María Romero y encuentren paz en Jesús y María, presentes en este lugar que ha marcado mi vida, espero que para siempre.
Sor María Romero debe ser un gran referente social y cultural de Costa Rica y Nicaragua. Es un ejemplo de integración entre los dos países. Nació en Granada, Nicaragua, en una familia con recursos económicos. Se formó como Hija de María Auxiliadora en El Salvador, y realizó una gran obra social y educativa en Costa Rica.
Colombia disfrutó hasta hace unos años de un envidiable sistema de salud, hasta que se desmanteló y hoy, como reconoció con dolor una ciudadana de ese país radicada en Costa Rica, son comunes los viajes de la muerte con una persona agonizante, se tocan puertas de hospitales y todas permanecen inhumanamente cerradas.
A pocos días de su deceso, el historiador Osvaldo Valerín, se dio a la tarea de producir un documental de la Caja Costarricense de Seguro Social, sería el último de su fecunda labor de tocar conciencias para que no olvidemos el pasado y entre sus notas se pregunta ¿qué sería Costa Rica sin el Seguro Social?
La respuesta es obvia para muchos y aquí la palabra la tienen centenares de miles de diabéticos, hipertensos, cardiópatas, cancerosos y tantos que padecen enfermedades crónicas propias de un país con afecciones de naciones de primer mundo.
En un mundo mercantilista, no pocos se frotan las manos con el presupuesto de 1.3 billones para el Seguro de Salud que administra la Caja, un manjar apetecible cuando lo que importa es la ganancia, la cuenta bancaria, tan alejadas de los principios de unidad, obligatoriedad, igualdad, equidad, subsidiaridad y ante todo solidaridad, que sustentan a nuestro régimen de seguridad social, imperfecto ciertamente, pero con voluntad, totalmente perfectible.
El doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez y el líder del Partido Comunista licenciado Manuel Mora Valverde y tantos que les han sucedido en la consolidación de esta invaluable conquista, marcaron un camino de renuncia, de amor al prójimo, de desprendimiento, senda que debemos retomar las actuales generaciones.
Hoy en España se le dice a los pacientes, que tienen que salir con sus empobrecidos bolsillos a comprar más de 400 medicamentos que ya no se les dispensan, el Seguro Social que hoy conocemos en Costa Rica, no es para siempre, a menos que lo defendamos con desprendimiento y altitud de miras, debemos hacerlo quienes creemos que la salud no es mercancía para pasearla en impensables viajes de la muerte.
Colombia disfrutó hasta hace unos años de un envidiable sistema de salud, hasta que se desmanteló y hoy, como reconoció con dolor una ciudadana de ese país radicada en Costa Rica, son comunes los viajes de la muerte con una persona agonizante, se tocan puertas de hospitales y todas permanecen inhumanamente cerradas.
Colombia disfrutó hasta hace unos años de un envidiable sistema de salud, hasta que se desmanteló y hoy, como reconoció con dolor una ciudadana de ese país radicada en Costa Rica, son comunes los viajes de la muerte con una persona agonizante, se tocan puertas de hospitales y todas permanecen inhumanamente cerradas.
A pocos días de su deceso, el historiador Osvaldo Valerín, se dio a la tarea de producir un documental de la Caja Costarricense de Seguro Social, sería el último de su fecunda labor de tocar conciencias para que no olvidemos el pasado y entre sus notas se pregunta ¿qué sería Costa Rica sin el Seguro Social?
La respuesta es obvia para muchos y aquí la palabra la tienen centenares de miles de diabéticos, hipertensos, cardiópatas, cancerosos y tantos que padecen enfermedades crónicas propias de un país con afecciones de naciones de primer mundo.
En un mundo mercantilista, no pocos se frotan las manos con el presupuesto de 1.3 billones para el Seguro de Salud que administra la Caja, un manjar apetecible cuando lo que importa es la ganancia, la cuenta bancaria, tan alejadas de los principios de unidad, obligatoriedad, igualdad, equidad, subsidiaridad y ante todo solidaridad, que sustentan a nuestro régimen de seguridad social, imperfecto ciertamente, pero con voluntad, totalmente perfectible.
El doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez y el líder del Partido Comunista licenciado Manuel Mora Valverde y tantos que les han sucedido en la consolidación de esta invaluable conquista, marcaron un camino de renuncia, de amor al prójimo, de desprendimiento, senda que debemos retomar las actuales generaciones.
Hoy en España se le dice a los pacientes, que tienen que salir con sus empobrecidos bolsillos a comprar más de 400 medicamentos que ya no se les dispensan, el Seguro Social que hoy conocemos en Costa Rica, no es para siempre, a menos que lo defendamos con desprendimiento y altitud de miras, debemos hacerlo quienes creemos que la salud no es mercancía para pasearla en impensables viajes de la muerte.
Colombia disfrutó hasta hace unos años de un envidiable sistema de salud, hasta que se desmanteló y hoy, como reconoció con dolor una ciudadana de ese país radicada en Costa Rica, son comunes los viajes de la muerte con una persona agonizante, se tocan puertas de hospitales y todas permanecen inhumanamente cerradas.
Fue la célebre frase del rey de Francia Luis XV pero perfectamente podría ser aplicada a muchas personas que asumen sus responsabilidades en el sector público y hasta el privado, sin pensar en los efectos futuros, que sus equivocadas decisiones van a tener sobre la vida y hacienda de otras personas.
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Un idóneo camino hacia el conocimiento y la libertad
De acuerdo con los resultados arrojados por la Primera Encuesta Nacional de Cultura de la Dirección de Cultura, solamente un 14.6% de costarricenses ha leído de cuatro a cinco libros; un 33.2% leyó de uno a tres libros y la mitad de la población declaró que no había leído libros en el último año. Además indicó que son los estudiantes quienes menos compran libros. Sin embargo, quienes estudian y trabajan adquieren más textos. También es interesante que las personas de mayor nivel adquisitivo son quienes compran menos libros en contraste con la clase media.
Definitivamente esta realidad es muy preocupante e indignante, máxime si se piensa en una gran población estudiantil carente del amor por la lectura. De ahí la urgencia, en especial de quienes somos educadores, de buscar estrategias de enseñanza adecuadas que incentiven a los estudiantes a la lectura. Cualquier universitario o profesional que se enorgullezca de serlo debe leer para lograr tener una cultura general sobre diversos temas más allá de su especialidad y como una manera para incrementar el vocabulario con el fin de que obtengan una mayor seguridad al momento de comunicarse, tanto de manera oral como escrita.
Es muy triste cuando uno, como profesor, le hace una pregunta a un alumno y este no le sabe o no le puede contestar porque su vocabulario es muy limitado o porque no cuenta con la información necesaria para argumentar sus posiciones. Por ello, escribir y hablar adecuadamente, dentro de un contexto formal, no es una condición de moda, ni de intelectuales o escritores, es una obligación que cada uno debe asumir como propia, especialmente en un mundo en donde, muchas veces, los formadores sociales como las películas o la televisión, son los que fomentan el detrimento de nuestro propio idioma, y para lograr este perfeccionamiento comunicativo la lectura es básica.
Y no hablo de leer solamente el horóscopo, la sección deportiva, los espectáculos o las caricaturas, sino de ejercer un proceso analítico de aquellas secciones cuyo propósito es generar una criticidad en el lector como los editoriales, o fomentar la información para una toma de criterio de lo presentado. Tampoco se trata de leer de una manera superficial, sin ir más allá, sin buscar aquellas premisas que sustenten la tesis del escritor, sin generar un proceso de evaluación de lo leído, o, aún peor, sin determinar cuál es el proceso de autorregulación generado a partir del texto. Se trata de ver en la lectura una de las herramientas más eficaces, racionales y libres para incorporarse con mayor éxito en esta sociedad del conocimiento.
Efectivamente la lectura es un idóneo camino hacia el conocimiento y la libertad, pues implica la participación activa de la mente y contribuye al desarrollo de la imaginación, la creatividad, el análisis y la concentración; enriquece tanto la expresión oral como escrita, elementos básicos para la incorporación efectiva al mundo académico o profesional; y, a la vez, puede hacer gozar, entretiene y distrae. Ante este panorama, el fomentar un hábito por la lectura, en especial repito por parte de quienes tenemos el gran privilegio de ser formadores, va más allá de incentivar un pasatiempo digno de elogio; es, a todas luces, solidificar el presente de nuestras acciones y garantizar el conocimiento futuro de las nuevas generaciones en la búsqueda de un mundo más justo, preparado, inteligente, analítico y humanista.
Porque la lectura marca, ciertamente, la diferencia entre la ignorancia y el saber; entre la luz y la sombra; entre la libertad y el sometimiento; entre la esperanza y la desesperanza; por eso ojalá que sigan muchos lectores decididos a hacer de la lectura una máxima de vida. Solamente así se logrará descubrir que la lectura, más que una obligación, constituye un verdadero placer y, dentro de esta inminente era del conocimiento, una rotunda fuente de aprendizaje, liberación e identidad. Tal y como lo señalaba Santa Teresa de Jesús: “Lee y conducirás; no leas y serás conducido”.
De acuerdo con los resultados arrojados por la Primera Encuesta Nacional de Cultura de la Dirección de Cultura, solamente un 14.6% de costarricenses ha leído de cuatro a cinco libros; un 33.2% leyó de uno a tres libros y la mitad de la población declaró que no había leído libros en el último año. Además indicó que son los estudiantes quienes menos compran libros. Sin embargo, quienes estudian y trabajan adquieren más textos. También es interesante que las personas de mayor nivel adquisitivo son quienes compran menos libros en contraste con la clase media.
Un idóneo camino hacia el conocimiento y la libertad
De acuerdo con los resultados arrojados por la Primera Encuesta Nacional de Cultura de la Dirección de Cultura, solamente un 14.6% de costarricenses ha leído de cuatro a cinco libros; un 33.2% leyó de uno a tres libros y la mitad de la población declaró que no había leído libros en el último año. Además indicó que son los estudiantes quienes menos compran libros. Sin embargo, quienes estudian y trabajan adquieren más textos. También es interesante que las personas de mayor nivel adquisitivo son quienes compran menos libros en contraste con la clase media.
Definitivamente esta realidad es muy preocupante e indignante, máxime si se piensa en una gran población estudiantil carente del amor por la lectura. De ahí la urgencia, en especial de quienes somos educadores, de buscar estrategias de enseñanza adecuadas que incentiven a los estudiantes a la lectura. Cualquier universitario o profesional que se enorgullezca de serlo debe leer para lograr tener una cultura general sobre diversos temas más allá de su especialidad y como una manera para incrementar el vocabulario con el fin de que obtengan una mayor seguridad al momento de comunicarse, tanto de manera oral como escrita.
Es muy triste cuando uno, como profesor, le hace una pregunta a un alumno y este no le sabe o no le puede contestar porque su vocabulario es muy limitado o porque no cuenta con la información necesaria para argumentar sus posiciones. Por ello, escribir y hablar adecuadamente, dentro de un contexto formal, no es una condición de moda, ni de intelectuales o escritores, es una obligación que cada uno debe asumir como propia, especialmente en un mundo en donde, muchas veces, los formadores sociales como las películas o la televisión, son los que fomentan el detrimento de nuestro propio idioma, y para lograr este perfeccionamiento comunicativo la lectura es básica.
Y no hablo de leer solamente el horóscopo, la sección deportiva, los espectáculos o las caricaturas, sino de ejercer un proceso analítico de aquellas secciones cuyo propósito es generar una criticidad en el lector como los editoriales, o fomentar la información para una toma de criterio de lo presentado. Tampoco se trata de leer de una manera superficial, sin ir más allá, sin buscar aquellas premisas que sustenten la tesis del escritor, sin generar un proceso de evaluación de lo leído, o, aún peor, sin determinar cuál es el proceso de autorregulación generado a partir del texto. Se trata de ver en la lectura una de las herramientas más eficaces, racionales y libres para incorporarse con mayor éxito en esta sociedad del conocimiento.
Efectivamente la lectura es un idóneo camino hacia el conocimiento y la libertad, pues implica la participación activa de la mente y contribuye al desarrollo de la imaginación, la creatividad, el análisis y la concentración; enriquece tanto la expresión oral como escrita, elementos básicos para la incorporación efectiva al mundo académico o profesional; y, a la vez, puede hacer gozar, entretiene y distrae. Ante este panorama, el fomentar un hábito por la lectura, en especial repito por parte de quienes tenemos el gran privilegio de ser formadores, va más allá de incentivar un pasatiempo digno de elogio; es, a todas luces, solidificar el presente de nuestras acciones y garantizar el conocimiento futuro de las nuevas generaciones en la búsqueda de un mundo más justo, preparado, inteligente, analítico y humanista.
Porque la lectura marca, ciertamente, la diferencia entre la ignorancia y el saber; entre la luz y la sombra; entre la libertad y el sometimiento; entre la esperanza y la desesperanza; por eso ojalá que sigan muchos lectores decididos a hacer de la lectura una máxima de vida. Solamente así se logrará descubrir que la lectura, más que una obligación, constituye un verdadero placer y, dentro de esta inminente era del conocimiento, una rotunda fuente de aprendizaje, liberación e identidad. Tal y como lo señalaba Santa Teresa de Jesús: “Lee y conducirás; no leas y serás conducido”.
De acuerdo con los resultados arrojados por la Primera Encuesta Nacional de Cultura de la Dirección de Cultura, solamente un 14.6% de costarricenses ha leído de cuatro a cinco libros; un 33.2% leyó de uno a tres libros y la mitad de la población declaró que no había leído libros en el último año. Además indicó que son los estudiantes quienes menos compran libros. Sin embargo, quienes estudian y trabajan adquieren más textos. También es interesante que las personas de mayor nivel adquisitivo son quienes compran menos libros en contraste con la clase media.
La Constitución Política de Costa Rica en su artículo 51 dice que:
"La familia, como elemento natural y fundamento de la sociedad, tiene derecho a la protección especial del Estado. Igualmente tendrá derecho a esa protección la madre, el niño, el anciano y el enfermo desvalido".
En el artículo siguiente, de la misma constitución política dice: El matrimonio es la base esencial de la familia y descansa en la igualdad de derechos de los cónyuges.
Ambos puntos son fundamentales para reconstruir la red social y de seguridad de nuestros barrios. La paz de nuestros vecindarios, tienen su fuerza de cambio basada en la familia.
Solamente con virtudes sólidamente esculpidas, se lograr una vuelta hacia la familia, hacia el cuido y mejoramiento del barrio, de manera que podamos acabar con la violencia y la desintegración social.
Otro tema esencial, clave, en este tema, es el trabajo profundo y continuo entre padres de familia y los educadores.
Cada una de las miles de escuelas existentes en Costa Rica necesitan el apoyo de los vecinos. Muchos educadores requieren apoyo por medio de las juntas de educación, pero también por partes de los propios vecinos, padres de familia: siempre es posible dar una mano desinteresada a la educación local.
Nunca me ha dolido tanto, el saber de una escuela unidocente de Costa Rica en la región de Tivives, en donde los responsables en apoyar la escuela, pasaban de largo, como si fuera un asunto que no les compete. También en la escuela unidocente, no podemos dejar solos a los maestros, sino que es un asunto de todos, vecinos y sobre todo de los padres de familia.
El cambio que Costa Rica necesita tiene que venir de lo pequeño, de lo constante, del esfuerzo de los vecinos y de los padres de familia a fin de poder de nuevo reconstruir los valores propios de cada comunidad y en contacto con los barrios, solo así le daremos un vuelco a lo que nuestro país necesita.
Las escuelas de un solo maestro o maestra, conocidas como unidocentes también necesitan apoyo de los padres de familia, pues no son un verso suelto en la educación de Costa Rica.
Tampoco lo es la familia, ella necesita hogares sólidos, bien constituidos, solidarios y leales con la educación, para salir bien de los retos que hoy debemos afrontar.
Solo con optimismo, con la frente en alto y con carácter podremos dar un paso seguro hacia adelante, no es con mentalidades débiles como vamos a crecer. El hoy, ahora se gana con participación y mejor conocimiento de la sociedad por medio de la educación.
La Constitución Política de Costa Rica en su artículo 51 dice que:
"La familia, como elemento natural y fundamento de la sociedad, tiene derecho a la protección especial del Estado. Igualmente tendrá derecho a esa protección la madre, el niño, el anciano y el enfermo desvalido".
En referencia al comentario realizado el pasado viernes 17 de agosto llamado Gobierno sin atender la pobreza, redactado por la diputada Patricia Pérez G, el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) desea aclarar lo siguiente:
Según la Ley 7769 de Atención a Mujeres en Condiciones de Pobreza, el INAMU debe brindar capacitación en formación humana para el fortalecimiento personal y social de las mujeres en condiciones de pobreza y vulnerabilidad social.
Partiendo de lo anterior, en el año 2011 el Instituto brindó atención a un total de 3.592 mujeres de todas las regiones del país. Ello implicó capacitación en formación humana y acompañamiento para el acceso a la oferta de servicios institucionales en educación, capacitación técnica, empresariedad, emprendedurismo y otros.
El INAMU no remite listados de mujeres al IMAS, como se señala en el comentario de la diputada Pérez, todo lo contrario, el IMAS identifica y selecciona a las mujeres mediante su Sistema de Información de Población Objetivo, conocido como SIPO. Las mujeres que cumplen con ciertos requisitos y condiciones califican para un subsidio económico, a su vez, son remitidas al INAMU para su incorporación en procesos de capacitación en formación humana.
Por tanto, no es válida ni pertinente la aseveración de que “solo se atendieron 2.040 mujeres dado que el INAMU no envío los listados de las 4.000 que correspondía atender”.
Este es un comentario de Maureen Clarke Clarke, Presidenta Ejecutiva del INAMU.
En referencia al comentario realizado el pasado viernes 17 de agosto llamado Gobierno sin atender la pobreza, redactado por la diputada Patricia Pérez G, el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) desea aclarar lo siguiente: