Empezar un año como si nada, es una enorme irresponsabilidad, pues un año de vida es un regalo muy grande como para desperdiciarlo.
El inicio de un nuevo año es el momento para reunir las fuerzas y toda la ilusión para comenzar el mejor tiempo de la vida, porque el que se proponga convertir este en su mejor año, lo puede lograr.
El año nuevo es una oportunidad más para convertir la vida, el hogar o el trabajo en ámbitos distintos. "Quiero algo diferente, voy a comenzar bien”, son pensamientos que podrían ayudarnos a terminar bien el dos mil nueve y comenzar mejor el dos mil diez.
Quizá el año pasado no fue el mejor año, pero por qué no pensar que este va a ser distinto; es un deseo, es un propósito, es una voluntad, y no debemos echarlo a perder. No olvidemos que tenemos otra oportunidad la cual no debemos desperdiciar porque la vida es realmente breve.
Entonces por qué no aventurarnos a decir: "Desde hoy, desde este primer día, todo será distinto” En mi hogar, voy a desterrar ese egoísmo que tantos males provoca, voy a estrenar un nuevo amor con mi familia, seré mejor padre o madre.
Seré también distinto en mi trabajo, no porque vaya a cambiarlo, sino por el firme compromiso de ser mejor en él.
Incluso desempolvar nuestra solidaridad, para poner un poco más de empatía y generosidad en nuestra jornada diaria. La sociedad debería cansarse de seguir siendo egoísta, apática, intolerante, violenta e injusta. Aspiremos a otro estilo de vida, a otra forma de ser, ¿por qué no intentarlo?
De ahí deberíamos sacar los grandes argumentos para enfrentar este dos mil diez; las grandes razones para un cambio radical en donde no queramos resignarnos a ser iguales, sino a luchar, a trabajar, y a querer volver a empezar positivamente.
El dos mil diez es un año que apenas comenzamos a estrenar, entonces, ¿qué vamos a hacer con él?, ¿cuáles serán nuestras metas?, ¿con cuál actitud vamos a enfrentarlo?
En un año recién iniciado se abre ante nosotros, frescamente, todo un mundo de oportunidades, las cuales serán aprovechables si nosotros lo queremos.
Por ello, el momento es propicio para reflexionar internamente sobre experiencias pasadas, situaciones presentes y el porvenir. Para aprender del pasado, disfrutar el presente y construir un futuro mejor.
Lógicamente, siempre podemos escoger entre vivir el mundo tal cual lo conocemos o cambiarlo por el que deseamos, la decisión al final es de cada uno según decida ejercitar su albedrío.
Mas si una gran mayoría de personas desean, el treinta y uno de diciembre, para los demás, y para sí mismos, un buen año, es incongruente que pocos luchen por obtenerlo realmente.
Yo me uno a los grandes insatisfechos, a los que reniegan de la mediocridad, a los que aún conscientes de sus debilidades confían y luchan por una vida mejor, por un año colmado de paz, amor, salud, armonía, unión, felicidad y prosperidad para todos. ¿Y usted?